Jerusalén (Martes, 27-05-2014, Gaudium Press) En una ceremonia que no estuvo abierta al público por el tamaño del recinto, el Papa Francisco celebró ayer de tarde una misa en el Cenáculo, lugar donde Jesús instauró la eucaristía y el sacerdocio, y la Iglesia que nacía recibió al Espíritu Santo. Acompañaron al Santo Padre en la celebración los Ordinarios de Tierra Santa y los eclesiásticos del séquito pontificio.
«Aquí, donde Jesús consumó la Última Cena con los Apóstoles; donde, resucitado, se apareció en medio de ellos; donde el Espíritu Santo descendió abundantemente sobre María y los discípulos. Aquí nació la Iglesia, y nació en salida», dijo el Papa.
Avión que condujo a Roma al Papa – Foto: Radio Vaticano |
«Desde aquí salió [la Iglesia naciente] – continuó el Papa Francisco-, con el Pan partido entre las manos, las llagas de Jesús en los ojos, y el Espíritu de amor en el corazón. En el Cenáculo, Jesús resucitado, enviado por el Padre, comunicó su mismo Espíritu a los Apóstoles y con su fuerza los envió a renovar la faz de la tierra. Salir, marchar, no quiere decir olvidar. La Iglesia en salida guarda la memoria de lo que sucedió aquí; el Espíritu Paráclito le recuerda cada palabra, cada gesto, y le revela su sentido».
El Pontífice recalcó que estar en el Cenáculo recuerda el lavatorio de pies que realizó Jesús, y con ello el servicio mutuo que se deben los hermanos. Igualmente, lugar de la eucaristía, el Cenáculo recuerda el sacrificio, pues en cada misa Jesús se ofrece en oblación al Padre. El Cenáculo recuerda también la despedida del Señor, y la promesa de volver a encontrarse con los amigos.
»Pero el Cenáculo recuerda también la mezquindad, la curiosidad, ¿quién es el traidor?-, la traición. Y cualquiera de nosotros, y no sólo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados. El Cenáculo nos recuerda la comunión, la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. ¡Cuánto amor, cuánto bien ha brotado del Cenáculo! ¡Cuánta caridad ha salido de aquí, como un río de su fuente, que al principio es un arroyo y después crece y se hace grande? Todos los santos han bebido de aquí; el gran río de la santidad de la Iglesia siempre encuentra su origen aquí, siempre de nuevo, del Corazón de Cristo, de la Eucaristía, de su Espíritu Santo», puntualizó el Papa Francisco.
»El Cenáculo, finalmente, nos recuerda el nacimiento de la nueva familia, la Iglesia, nuestra santa madre Iglesia jerárquica, constituida por Cristo resucitado. Una familia que tiene una Madre, la Virgen María. Las familias cristianas pertenecen a esta gran familia, y en ella encuentran luz y fuerza para caminar y renovarse, mediante las fatigas y las pruebas de la vida. A esta gran familia están invitados y llamados todos los hijos de Dios de cualquier pueblo y lengua, todos hermanos e hijos de un único Padre que está en los cielos»
Tras la eucaristía, el Pontífice se dirigió al aeropuerto Ben Gurion, donde emprendió el regreso a la Ciudad Eterna.
Con información de Radio Vaticano
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