Jartum (Miércoles, 28-05-2014, Gaudium Press) Meriam Ibrahim, una mujer condenada a muerte en Sudán por el delito de convertirse al cristianismo, tuvo que dar a luz a su hija en prisión, donde permanece en espera de la ejecución de su polémica condena. La mujer, quien se casó con el católico Daniel Wani, fue apresada el pasado 17 bajo la acusación de adulterio, ya que el país no reconoce el derecho de una mujer musulmana a casarse con un hombre de otra religión.
Meriam Ibrahim y Daniel Wani, el día de su matrimonio, considerado un delito para las autoridades de Sudán. Foto: Free Mariam Yahya Ibrahim |
Sudán tampoco reconoce el derecho a la conversión a la fe cristiana, razón por la cual fue hallada culpable del delito de apostasía o renuncia a la fe y condenada a muerte, a pesar de tener un hijo de menos de dos años de edad y estar en estado de embarazo con ocho meses de gestación. Meriam rechazó la última oportunidad de renunciar a su fe en Cristo antes del 15 de mayo y el argumento de que había sido educada como musulmana, ya que su padre, practicante de dicha religión y por quien se asume que Meriam era musulmana , dejó el hogar cuando ella tenía 6 años.
Una controvertida sentencia
Meriam Yahia Ibrahim se casó con Daniel Wani en la parroquia de la Sagrada Familia de Jartum en noviembre de 2011. Wani vivió en Estados Unidos varios años y padece una enfermedad que limita su movilidad y le impone el uso de una silla de ruedas. Su condición de ciudadano estadounidense no ha obtenido aún un apoyo de este país en el caso de su esposa, aunque esté plagado de irregularidades.
Desde la denuncia misma en contra de Meriam, la justicia ha obrado de una forma que ha despertado indignación en la comunidad internacional. El demandante es un supuesto hermano de la mujer, que incluso afirmó que el verdadero nombre de la joven sería Abrar (comúnmente usado por las familias musulmanas) y que niega el origen etíope de su madre. El juez no atendió la solicitud de una prueba de ADN para verificar el supuesto parentesco, ya que la religión del padre de Meriam fue considerada prueba suficiente.
La condición de salud de Daniel Wadi no fue tenida en cuenta, como tampoco lo fue la corta edad de su primer hijo, quien vive con su madre en la prisión pero a quien ya se declaró suficientemente grande como para abandonar ese lugar tan pronto lo desee. La gestación de la joven si fue considerada por el tribunal debido a la norma islámica de respetar la vida del no nacido y por este motivo se concedió un plazo «humanitario» de dos años para que pueda amamantar a su hija. La injusta condena a muerte no fue suficiente para el tribunal: además condenó a Meriam a 100 latigazos, que recibirá antes de morir.
Diversas organizaciones de derechos humanos rechazaron el hecho y adelantan campañas de presión a Sudán para revertir la polémica condena. El proceso legal aún admite la apelación y se espera que le caso consiga llegar hasta el Tribunal Constitucional y se consiga probar la inocencia de Meriam y, sobre todo, obtener un cambio en la legislación actual que permite este tipo de violaciones a los derechos humanos y la libertad religiosa.
Con información de Religión en Libertad, El Mundo y CNN.
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