Redacción (Lunes, 02-06-2014, Gaudium Press) Hay ciertos acontecimientos que marcan la historia de forma especial, sobre todo porque envuelven un problema que incluye la humanidad entera, y no sólo a un país o continente.
Basílica del Santuario de Fatima – Portugal |
En el siglo XX, se destacan las I y II Guerras, pues afectaron al mundo entero. Entretanto, no podemos olvidar un acontecimiento que hasta nuestros días repercute. Este episodio que atraviesa los años y los siglos, tuvo lugar en un día aparentemente normal, en un campo amplio y espacioso de Portugal llamado ‘Cova da Iria’. Fue allí donde tres pequeños pastores vieron por primera vez a Nuestra Señora. Era el día 13 de mayo de 1917, ocho días después de que Benedicto XV convocara una cruzada de oraciones con la finalidad de alcanzar la paz, por medio de Nuestra Señora, para el cese de la Primera Guerra Mundial.
La primera aparición fue seguida de otras, casi todas en los días trece de cada mes. En todas, la Santísima Virgen les decía que debían rezar el rosario todos los días, para alcanzar la paz del mundo, y en reparación por los pecados cometidos contra Nuestro Señor. Fue en la segunda aparición que prometió realizar un milagro para que todos diesen crédito a sus palabras.
Finalmente el día 13 de octubre, fecha de la última aparición, setenta mil personas que se encontraban reunidas en el lugar de las apariciones fueron testigos del milagro anunciado: El sol se movía, como si estuviese acercándose a la tierra, creciendo entre llamas multicolores. El prodigio se extendió por todas partes y Ella quiso dar especial énfasis en el mensaje repitiendo una vez más: «Recen el Rosario todos los días; recen mucho e hagan sacrificios por los pecadores; son muchos los que van al infierno por no haber quien se preocupe en rezar y hacer sacrificios por ellos… La guerra acabará pronto, sin embargo, si no cesan de ofender al Señor, no pasará mucho tiempo para que venga otra peor. Abandonen el pecado de sus propias vidas e intenten eliminarlo de la vida de los otros, colaborando así con la Redención del Salvador.»
Los años posteriores fueron marcados por la Segunda Guerra Mundial, donde el mundo recordó las palabras dichas por Nuestra Señora: «La guerra acabará pronto, sin embargo, si no cesan de ofender al Señor, no pasará mucho tiempo para que venga otra peor.»
La Santísima Virgen vino a traer los medios para conseguir la paz, cosa que tantos hombres buscan, y a pesar de eso, nadie atendió a sus pedidos. Sin embargo, pedía algo tan simple como es el rosario. Vemos que hasta ahora, casi cien años después de las apariciones, la generalidad de los hombres no atendió el pedido hecho por María Santísima.
Aun así no podemos olvidar otras palabras prometidas por Nuestra Señora en Fátima: «Por fin mi inmaculado corazón triunfará». Atendamos pues al pedido de la Santa Madre de Dios para que pronto venga su reino de Paz aquí en la tierra.
Por José Sebastian Negreira
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