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El servicio y el deseo de santificar

Redacción (Miércoles, 06-04-2014, Gaudium Press) Por donde pasó María Santísima y con cuantos Ella convivió en esta Tierra, dejó la marca indeleble de su bondad materna, confirmada por los Santos Evangelios. San Lucas nos ofrece una escena conmovedora, en la cual brilla el cuidado de Nuestra Señora con los suyos: «Y en aquellos días, levantándose María, fue con prisa a las montañas, a una ciudad de Judá. Y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel». (Lc 1, 39-40)

1.jpgSe habla de la partida presurosa de María para visitar a su prima, ya anciana, que estaba por dar a luz. Las asperezas del recorrido -en aquel entonces desprovisto de redes eléctricas y las nivelaciones de las estradas que disponemos hoy- no constituyeron ningún obstáculo y emprendió un viaje de distancia tal vez nunca antes por Ella recorrida.

La razón de este empeño sobre-humano la encontramos explicada en las obras de San Ambrosio:

«Desde que oyó esto, María […], alegre en su deseo, para cumplir un piadoso deber, presurosa por el gozo, se dirigió a la montaña. Llena de Dios, ¿podría Ella no elevarse con prisa a las alturas? Los cálculos lentos son desconocidos a la gracia del Espíritu Santo. […] María, que antes vivía a solas en su retiro más estricto, aparece ahora en público. El pudor virginal, la aspereza de las montañas, la distancia del camino no le impide prestar su servicio. La Virgen se dispone a subir las montañas, la Virgen que piensa servir y olvida su pena. Su caridad le da fuerza […], deja su casa y parte». 1

De hecho, era por el deseo de suplir las necesidades de Santa Isabel que María se puso en camino por los montes escarpados de Judea. El deseo del servicio la movió.

Todavía, su santo anhelo en partir sin lentitud conocía además una causa más sublime: la santificación de aquel que su prima gestaba, el cual prepararía los caminos para el Salvador: Juan Bautista, el Precursor del Mesías. Nos dice el Evangelio que el niño saltó en el vientre materno de Santa Isabel al recibir el saludo de María (cf. Lc 1, 41).

Orígenes comenta este pasaje:

«No había sido lleno del Espíritu Santo hasta que se presentó delante de él la que llevaba a Jesucristo en su vientre. Fue, entonces, cuando pleno del Espíritu Santo saltó dentro de su madre. Y prosigue: ‘E Isabel quedó llena del Espíritu Santo’. No hay que dudar, pues la que entonces fue repleta del Espíritu Santo, lo fue por su hijo». 2

El insuperable amor maternal de la Virgen María no se limitó apenas al Hijo Unigénito – lo que de sí ya sería en extremo grandioso -, sino se extendió a todos los que tuvieron la alegría de disfrutar de su convivencia en esta Tierra. Vemos aquí un aspecto de cariño materno de María dedicado a Aquella que por vía natural le tenía parentesco.

Por Raphaela Nogueira Thomaz

1 SANTO SANTO AMBRÓSIO. Tratado sobre el Evangelio de San Lucas. Madri: BAC, 1966, p. 95-96. (Tradução da autora).
2 ORÍGENES, apud SÃO TOMÁS DE AQUINO. Catena Aurea. Exposición del Evangelio de San Lucas. C I, v. 39-45. (Tradução da autora).

 

 

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