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Erexim (Martes, 24-06-2014, Gaudium Press) Mons. José Gislon, Obispo Diocesano de Erexim, en el estado de Río Grande del Sur, y Administrador Apostólico de Chapecó, en el estado de Santa Catarina, Brasil, escribió un artículo donde afirma que el cristianismo es una religión profundamente marcada por la fe vivida y celebrada en comunidad. Para él, la Iglesia es la comunidad de los que viven de Cristo Jesús, iluminados y guiados por la fuerza del Espíritu Santo, y acogidos por la bondad materna del Padre.
Según el Prelado, formar parte de una comunidad que vive y celebra su vida de fe requiere también el necesario empeño por parte de aquellos que son cristianos. Mons. José afirma que la comunidad, «pueblo de Dios», no es un agrupamiento de personas por motivos sociológicos, sino teológicos. Él resalta que el pueblo de Dios no es aquel que vota en un determinado candidato, o responde sí o no en un plebiscito, sino el pueblo de Dios es el conjunto de las personas que creen, celebran y practican la fe cristiana.
Para participar de la fe, hay que vivir en comunión
«Por eso, es importante entender que no podemos participar plenamente de una comunidad de fe, si no estamos dispuestos a vivir en comunión. La comunión es antes que nada una relación espiritual y de amor fraterno, y tiene su fundamento en la relación que cada uno de nosotros vive con Cristo Jesús, y es eso que hace a la comunidad cristiana ser diferente de otras formas de comunidad», completa.
Asimismo, el Obispo resalta que para construir y mantener viva una comunidad cristiana, es necesario ir a los orígenes, a la comunión con Cristo Jesús. De acuerdo con él, sin esta comunión de amor, que se alimenta del Pan de la Palabra y del Pan de la Eucaristía, nosotros corremos el riesgo de tener comunidades ‘clubes’, organizadas por motivos sociológicos pero no teológicos, en las cuales estamos siempre dispuestos a reunirnos para hacer fiesta, pero no tenemos tiempo o disponibilidad en nuestro corazón para vivir la comunión.
«Esto es, para encontrarnos para celebrar la fe, oír la Palabra de Dios y encontrar a Cristo Jesús en la Eucaristía. La dimensión comunitaria es fundamental en la Iglesia, pues se inspira en la propia Santísima Trinidad, la perfecta comunidad de amor», evalúa.
Para finalizar, Mons. José enfatiza que sin comunidad no hay cómo vivir auténticamente la experiencia cristiana, pues la Iglesia, por naturaleza, debe vivir relaciones comunitarias a semejanza de la Trinidad, la Comunidad celestial. (FB)
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