viernes, 22 de noviembre de 2024
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Papa Francisco habla de las tres vocaciones de Juan Bautista

Ciudad del Vaticano (Martes, 24-06-2014, Gaudium Press) El Precursor del Señor fue el tema de la homilía del Papa Francisco en la Casa Santa Marta, hoy cuando la Iglesia universal conmemora la solemnidad de la Natividad de Juan Bautista.

Y, fiel a su estilo didáctico, el Papa dividió la homilía en lo que él llamó las vocaciones del «más grande de los profetas»: La vocación de preparar la venida del Señor, la de discernir al Señor, y la de disminuirse para que el Señor crezca.

El más grande de los profetas, al menos del Antiguo Testamento, preparaba el camino de Jesús «sin tomar nada para sí mismo. Sus palabras «llegaban al corazón», «la gente lo buscaba, lo seguía, porque las palabras de Juan eran fuertes». En su humildad, él declaro que solo había «venido a preparar el camino del Señor», señaló el Pontífice.

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Foto: Radio Vaticano

Juan Bautista tuvo que discernir «quien era el Señor. Y el Espíritu Santo le reveló esto y él tuvo el valor de decir: ‘Es éste. Éste el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo’. Los discípulos miraron a este hombre que pasaba y lo dejaron que se marchara. Al día siguiente, sucedió lo mismo: ‘¡Es aquel! Él es más digno de mí’… Y los discípulos fueron detrás de Él. En la preparación, Juan decía: «Detrás de mí viene uno… «Pero en el discernimiento, que sabe discernir e indicar al Señor, dice: «¡Delante de mí… está Éste!’ «.

En un momento la vida del Bautista «comenzó a abajarse, a disminuirse para que creciera el Señor, hasta eliminarse a sí mismo»: «Él debe crecer, yo, en cambio, disminuir», «detrás de mí, delante mío, lejos de mí»: esta es la tercera vocación de Juan.

Juan Bautista se constituye así también, en modelo de todo cristiano. «Tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, y dejar crecer al Señor disminuyéndose a sí mismo. También es hermoso pensar la vocación cristiana así. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro, prepara el camino para otro: al Señor. Un cristiano debe aprender a discernir, debe saber discernir la verdad de lo que parece verdad y no lo es: un hombre de discernimiento. Y un cristiano debe ser también un hombre que sabe cómo abajarse para que el Señor crezca, en el corazón y en el alma de los demás».

Con información de Radio Vaticano

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