Redacción (Jueves, 26-06-2014, Gaudium Press) Hoy hace 39 años, el 26 de junio de 1975, fallecía en Roma quien es conocido como el «santo de la vida ordinaria»: San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. La Iglesia alrededor del mundo se une este día con celebraciones Eucarísticas para conmemorar la festividad del santo español, y en Gaudium Press hacemos un corto recorrido por su vida y su legado.
San Josemaría es conocido como «el santo de la vida ordinaria» / Foto: Oficina de Información del Opus Dei. |
Josemaría nació el 9 de enero de 1902 en Barbastro, España, en el seno de un hogar de profundos valores cristianos, conformado por cinco hermanos más. Su padre se llamaba José, su madre, Dolores. Desde pequeño debió experimentar el dolor por la pérdida de sus seres queridos con la muerte de sus tres hermanas menores.
El joven Escrivá recibió el llamado al sacerdocio poco tiempo después que su familia se trasladara a Logroño en 1915. Contó el propio Josemaría que en aquella ciudad, tras ver unas huellas de los pies descalzos de un religioso en la nieve, siente que Dios tiene algo para él y cree que la mejor manera de averiguarlo es convirtiéndose en sacerdote, comenzando su camino en preparación al sacerdocio en aquel lugar y luego en el Seminario de Zaragoza.
Poco tiempo después de la muerte de su padre -ocurrida en 1924-, Josemaría recibe la Ordenación Sacerdotal (28 de marzo de 1925), ejerciendo su ministerio en una parroquia rural y luego en Zaragoza y posteriormente en Madrid, donde se trasladó en el año 1927 para obtener su doctorado en Derecho.
Fue precisamente en la capital española el 2 de octubre de 1928 donde el santo, por inspiración divina, funda el Opus Dei (Obra de Dios). Desde entonces trabaja con todas sus fuerzas para que la Obra fundada crezca, a la par que ejerce su ministerio acompañando a los más pobres y enfermos de los barrios populares de Madrid.
Este 26 de junio celebran misas en todo el mundo en honor al fundador del Opus Dei / Foto: Opusdei.es. |
Los años posteriores, desde 1936 hasta 1939, fueron tiempos difíciles para Josemaría, ya que vivió en carne propia la persecución religiosa nacida con la Guerra Civil Española; un conflicto que lo obligó a salir de Madrid tras una larga travesía por los Pirineos, que lo lleva al sur de Francia. Al finalizar la guerra regresa a Madrid donde concluye su doctorado en Derecho y continúa impulsando el Opus Dei a través de ejercicios espirituales para laicos, religiosos y sacerdotes.
En 1946 se traslada a Roma donde tiene contacto directo con el Vaticano. Allí es nombrado consultor de las Congregaciones de la Santa Sede, así como miembro honorario de la Pontificia Academia de Teología y prelado de honor del Santo Padre. Es en la Ciudad Eterna donde Escrivá acompaña todos los preparativos para el Concilio Vaticano II ocurrido en los años 1962 a 1965.
Es desde esta ciudad italiana donde Josemaría da un mayor impulso al Opus Dei expandiendo la Obra de Dios a otras partes del mundo. De allí viajó por toda la Península Ibérica, así como a varios países de América Latina, donde imparte sus catequesis.
Tras un deterioro de su salud, Josemaría Escrivá de Balaguer, fallece con fama de santidad el 26 de junio de 1975. Algunos años después, el 17 de mayo de 1992, es beatificado por San Juan Pablo II, y luego canonizado el 6 de octubre de 2002.
Josemaría Escrivá fue canonizado por San Juan Pablo II en el 2002 / Foto: Oficina de Información del Opus Dei. |
«‘Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios’. Estas palabras del apóstol san Pablo, que acaban de resonar en nuestra asamblea, nos ayudan a comprender mejor el significativo mensaje de la canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer, que celebramos hoy. Él se dejó guiar dócilmente por el Espíritu, convencido de que sólo así se puede cumplir plenamente la voluntad de Dios (…) Esta verdad cristiana fundamental era un tema recurrente de su predicación. En efecto, no dejaba de invitar a sus hijos espirituales a invocar al Espíritu Santo para hacer que la vida interior, es decir, la vida de relación con Dios y la vida familiar, profesional y social, plena de pequeñas realidades terrenas, no estuvieran separadas, sino que constituyeran una sola existencia ‘santa y llena de Dios’. ‘A ese Dios invisible -escribió- lo encontramos en las cosas más visibles y materiales'», fueron parte de las palabras que dirigió san Juan Pablo II el día de su canonización.
Los restos de San Josemaría Escrivá reposan en la Iglesia de Santa María de la Paz, en Roma, allí acuden miles de personas para pedir su mediación y agradecer sus favores.
Con información de Opusdei.es.
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