Roma (Viernes, 04-07-2014, Gaudium Press) El Padre Francesco Bamonte, exorcista de la diócesis de Roma y presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas -la cual ha recibido recientemente el reconocimiento jurídico de parte de la Congregación para el Clero (ver nota de Gaudium Press)- ha hablado con Radio Vaticano sobre su ministerio exorcístico, la importancia del mismo, su actualidad, y el magisterio del Papa Francisco relativo al tema.
Resalta el Padre Bamonte que «en la larga historia de la Iglesia aún no se había constituido una Asociación Internacional de Exorcistas: ¡esto también es un signo de los tiempos! El Espíritu Santo, en respuesta a las necesidades particulares de nuestra época, ha suscitado la conciencia cada vez más viva en la Iglesia, de que entre los mandatos que Jesucristo dio a la Iglesia misma, está también aquel de expulsar demonios en su nombre».
Sobre los fines de la Asociación, el sacerdote exorcista mencionó los siguientes:
– Promover la primera formación básica y la posterior formación permanente de exorcistas;
– Fomentar las reuniones entre los exorcistas en especial en los ámbitos nacional e internacional, para compartir sus experiencias y reflexionar juntos sobre el ministerio que les ha sido confiado
– Promover la integración del ministerio del exorcista en la dimensión comunitaria y en la atención pastoral ordinaria de la Iglesia local
– Promover el conocimiento correcto de este ministerio en el Pueblo de Dios
– Promover los estudios sobre el exorcismo en sus aspectos dogmáticos, bíblicos, litúrgicos, históricos, pastorales y espirituales
– Promover la colaboración con expertos en medicina y psiquiatría, que también sean competentes en las realidades espirituales.
Muy importante es la respuesta dada por el Padre sobre la conveniencia y necesidad de la presencia de un sacerdote en la diócesis:
«La presencia de un sacerdote exorcista en una diócesis es muy importante. La falta de ella, de hecho, a menudo hace que las personas recurran a los magos, adivinos, brujas, sectas.
«Se considera entonces como un vano temor el que si las personas saben de la existencia y la actividad de un exorcista en una diócesis, son más fácilmente inducidas a creer que son víctimas de la posesión diabólica. La primera preocupación de cualquier exorcista con sentido común es evitar la creación o el mantenimiento de la ilusión de una posesión, cuando no existe.
«El exorcista es, ante todo, un evangelizador y un sacerdote, por lo que cualquiera que sea el origen del mal que aqueja a los que se acercan a él -sea o no una forma auténtica de acción extraordinaria del demonio- se empeña en inculcar la serenidad, la paz, la confianza en Dios y la esperanza en su gracia. Y allí donde realmente se establece un caso de posesión diabólica, acompañar a aquellos hermanos y hermanas que están sufriendo a causa del maligno, con humildad, fe y caridad, para apoyarlos en la lucha, para alentarlos en el duro camino de la liberación y para reavivar en ellos la esperanza».
Sobre el magisterio del Papa Francisco acerca del demonio, el presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas dice que el fundamento del mismo es la propia Sagrada Escritura, pues «el Papa Francisco exhorta a no olvidar lo que la propia Sagrada Escritura nos dice, esto es que los demonios existen: los ángeles son creados buenos por Dios, [algunos] se han trasformado en malvados, por libre elección, han rechazado a Dios y su reino, dando así origen al infierno». Y continúa hablando de la acción específica de los demonios, a nivel personal y comunitario.
«La imagen de la Iglesia ‘como un hospital de campaña, que cura las heridas de todos’, tal como ha sido representada por el Papa Francisco, parece particularmente adecuada para la tarea que se ha confiado a los exorcistas; de hecho, ellos están llamados a ser el buen samaritano Jesús describe en detalle en la parábola, al rescate de los hermanos lacerados y oprimidos por el maligno».
Como acciones preventivas contra la acción del demonio, el sacerdote recomienda la lectura y meditación de la Palabra de Dios, el Rosario, la devoción a la Virgen «la cual es particularmente odiada» por el demonio, la confesión frecuente.
Con información de Radio Vaticano
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