Campobasso (Martes, 09-07-2014, Gaudium Press) El último sábado, en un pasaje de la homilía de la misa celebrada en el estadio Romagnoli, de Campobasso, Italia, con la presencia de 20 mil fieles en su interior y con más de 80 mil en los alrededores, el Papa Francisco reiteró que es preciso difundir la cultura de la solidaridad, sobre todo ante de las situaciones de precariedad material. Para el Pontífice, la Iglesia debe estar siempre en la primera línea en el testimonio de la caridad.
Foto: Radio Vaticano |
A partir del texto litúrgico extraído del Libro de la Sabiduría, el Santo Padre acentuó que el Señor no es neutro, y con su sabiduría «se coloca de parte de las personas frágiles, de las personas discriminadas y oprimidas que se abandonan confiadamente a Él».
Él hizo notar que la experiencia de Jacob y de José, narrada en el Antiguo Testamento, muestra dos aspectos esenciales de la vida de la Iglesia: la Iglesia es un pueblo que sirve a Dios y la Iglesia es un pueblo que vive en la libertad que el Señor le concede:
«Somos un pueblo que sirve a Dios. El servicio a Dios se realiza de varios modos, en particular en la oración y la adoración, en el anuncio del Evangelio y en el testimonio de la caridad. Y siempre el ícono de la Iglesia es la Virgen María, la Sierva del Señor.»
Después de la anunciación del Ángel y después de la concepción del Señor, afirmó el Santo Padre que «María partió de prisa para ir a ayudar a la anciana pariente Isabel. Y así muestra que el camino privilegiado para servir a Dios es servir a los hermanos que precisan».
«En la escuela de la Madre, la Iglesia aprende a tornarse, todos los días, ‘sierva del Señor’, a estar lista a partir para ir al encuentro de las situaciones de mayor necesidad, a ser solícita para con los pequeños y los excluidos.»
Todos somos llamados a vivir «el servicio de la caridad» en las realidades ordinarias, en la familia, la parroquia, el trabajo, resaltó el Papa:
«El testimonio de la caridad es la vía maestra de la evangelización. En eso la Iglesia siempre estuvo en la ‘primera línea’, presencia materna y fraterna que comparte las dificultades del pueblo. De ese modo, la comunidad cristiana busca infundir en la sociedad aquel ‘suplemento de alma’ que permite mirar más allá y tener esperanza».
Él incentivó a los fieles a «perseverar en este camino, sirviendo a Dios en el servicio a los hermanos, y difundiendo, en todos los lugares, la cultura de la solidaridad».
«Es preciso colocar la dignidad de la persona humana en el centro de toda perspectiva y de toda acción. Los otros intereses, aunque legítimos, son secundarios». En el centro, explicó, «está la dignidad de la persona humana», «porque la persona humana es imagen de Dios».
Continuando, enseñó el Pontífice: «la Iglesia es el pueblo que sirve al Señor». La verdadera libertad es dada siempre por el Señor: en primer lugar, «la liberación del pecado, del egoísmo en todas sus formas. La libertad de donarse y de hacerlo con alegría, como la Virgen de Nazaret que es libre de sí misma».
El Señor, reiteró, nos libera «del miedo, del vacío interior, del aislamiento, de los arrepentimientos, de las lamentaciones». Tampoco en nuestras comunidades «no faltan actitudes negativas, que tornan a las personas auto-referenciales, preocupadas más en defenderse que en donarse». Pero Cristo «nos libera de esta modorra existencial», exhortó.
«Esa es la libertad que, con la gracia de Dios, experimentamos en la comunidad cristiana, cuando nos colocamos al servicio unos de otros. Sin celos, sin partidos, sin chismes… ¡Servirnos unos a otros, servirnos! Entonces el Señor nos libera de ambiciones y rivalidades que minan la unidad de la comunión. ¡Nos libera de la desconfianza, de la tristeza – esa tristeza es peligrosa, porque nos desanima, es peligrosa, estén atentos!»
«Por eso los discípulos, nosotros discípulos del Señor, incluso permaneciendo frágiles y pecadores -¡todos lo somos!-, somos llamados a vivir con alegría y coraje nuestra fe, la comunión con Dios y con los hermanos, la adoración a Dios y a enfrentar con fortaleza las fatigas y pruebas de la vida.» (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana
Deje su Comentario