Cardenal Vegliò |
Ciudad del Vaticano (Viernes, 11-07-2014, Gaudium Press) Hoy ha sido publicado el mensaje que -con ocasión de la Jornada Mundial del Turismo del próximo 27 de septiembre- emitió el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes. El documento está firmado por el cardenal Antonio Maria Vegliò, presidente del Pontificio Consejo, y el obispo Joseph Kalathiparambil secretario de ese dicasterio.
El texto destaca la importancia del turismo en el contexto actual. «El turismo es un motor fundamental del desarrollo económico, por su importante contribución al PIB (entre un 3% y un 5% a nivel mundial), al empleo (entre el 7% y el 8% de los puestos de trabajo) y a las exportaciones (el 30% de las exportaciones mundiales de servicios). En el momento presente, en que se observa una diversificación de los destinos, cualquier lugar del planeta se convierte en una potencial meta».
Ante todo, respeto a la dignidad del hombre
Siendo así, y teniendo presente «como ha señalado el papa Francisco, de que ‘la dignidad del hombre está vinculada al trabajo’, se nos pide afrontar el problema de la desocupación con ‘los instrumentos de la creatividad y la solidaridad’ «, y para ello el turismo puede ser opción.
Entretanto, «es fundamental que los beneficios se obtengan siguiendo unos criterios éticos, que sean respetuosos, en primer lugar, con las personas, tanto a nivel comunitario como con cada una de ellas, y huyendo de ‘una concepción economicista de la sociedad, que busca el beneficio egoísta, al margen de los parámetros de la justicia social’ «.
El beneficio de un sano turismo no solo debe ser económico «sino que tiene otras dimensiones de igual o mayor importancia. Entre ellas se encuentran el enriquecimiento cultural, la oportunidad de encuentro humano, el generar ‘bienes relacionales’, el favorecer el respeto mutuo y la tolerancia, el promover la colaboración entre las entidades públicas y privadas, el potenciar el tejido social y asociativo, el mejorar las condiciones sociales de la comunidad, el suscitar un desarrollo económico y social sostenibles, y el promover la capacitación de jóvenes que lo ven como una dedicación laboral, por citar algunas».
El respeto por las comunidades
Es importante valorar primero las comunidades objetos de turismo: «el destino turístico no es únicamente un hermoso paisaje o una confortable infraestructura, sino que es, en primer lugar, una comunidad local, con su entorno físico y su cultura. Es necesario promover un turismo que se desarrolle en armonía con la comunidad que las acoge, con su medio ambiente, con sus formas tradicionales y culturales, con su patrimonio y sus estilos de vida. Y en este encuentro respetuoso, se puede establecer un diálogo enriquecedor entre la población local y los visitantes que fomente la tolerancia, el respeto y la mutua comprensión».
Por su parte «la comunidad local debe saberse llamada a custodiar su patrimonio natural y cultural, conociéndolo, sintiéndose orgullosa de él, respetándolo y revalorizándolo, de modo que pueda compartirlo con los turistas y transmitirlo a las generaciones futuras».
Central labor en una concepción ética del turismo, y en su desarrollo, le corresponde a los cristianos: «También los cristianos de ese lugar deben ser capaces de mostrar su arte, sus tradiciones, su historia, sus valores morales y espirituales, pero sobre todo la fe que se sitúa en el origen de todo ello y que le da sentido. (…) Siguiendo cuanto nos pedía el Papa Benedicto XVI a quienes trabajamos en la pastoral del turismo, deberemos acrecentar nuestros esfuerzos con el fin de ‘iluminar este fenómeno con la doctrina social de la Iglesia, promoviendo una cultura del turismo ético y responsable, de modo que llegue a ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo, sostenible y ecológico’ «.
Turismo de cariz religioso
El documento del Pontificio Consejo constata que existe incluso un turismo con un específico cariz religioso, o apostólico. «Son cada vez más numerosas las asociaciones cristianas que organizan viajes de turismo responsable hacia zonas en desarrollo así como aquellas que promueven el llamado ‘turismo solidario o de voluntariado’, que aprovecha el tiempo de vacaciones para colaborar en algún proyecto de cooperación, en países en vías de desarrollo».
Asimismo «son muchas las parroquias de las zonas turísticas que acogen al visitante ofreciendo propuestas litúrgicas, formativas y culturales, con la aspiración de que las vacaciones ‘sean de provecho para su crecimiento humano y espiritual, convencidos que ni siquiera en este tiempo podemos olvidarnos de Dios, quien nunca se olvida de nosotros’ «.
Esta acogida cristiana al turista toma mayor relevancia, en momentos en que crece «un tipo de ‘turista vivencial’, que busca instaurar vínculos con la población local y desea sentirse un miembro más de la comunidad anfitriona, participando de su vida cotidiana, poniendo en valor el encuentro y el diálogo».
Finalmente el documento resalta que la Iglesia, consciente de que «su primera misión es la evangelización», busca ofrecer en estos ámbitos «su colaboración, muchas veces humilde, para responder a las situaciones concretas de los pueblos, especialmente de los más necesitados. Y desde el convencimiento de que ‘evangelizamos también cuando tratamos de afrontar los diversos desafíos que puedan presentarse’ «.
Con información de Radio Vaticano
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