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El papel de la obediencia en el orden del universo y en la sociedad – I Parte

Redacción (Viernes, 18-07-2014, Gaudium Press)

La desigualdad armónica del universo, espejo del Creador

¿Por qué razón quiso Dios realizar la obra de la creación, en sus varios seres, dentro de un orden al mismo tiempo armónico y desigual? El Doctor Angélico, a través de su lógica de diamante, elucida la cuestión con un argumento muy simple. Él explica que, si Dios hubiese creado todas las cosas iguales, no habría sino un grado de bondad en el orden del universo y, por tanto, la obra del Creador no sería perfecta,[1] ni lo reflejaría de forma adecuada. De manera muy didáctica, él involucra ese principio en un ejemplo sacado de la vida cotidiana:

«Como el pedrero coloca piedras del mismo género en diversas partes de la construcción sin injusticia, no por causa de una diferencia precedente entre las piedras, sino atendiendo a la perfección de todo el edificio, que no existiría si las piedras no fuesen en él colocadas de manera variada; así también Dios, al principio, para que hubiese perfección en el universo, creó diversas y desiguales criaturas, según su sabiduría, sin injusticia, no presuponiendo diferencia alguna en sus méritos.»[2]

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Siendo así, si las criaturas se asemejan a su Creador y lo reflejan en medidas desiguales y en la proporción del grado de perfección que posean, se deduce, como consecuencia lógica, que Dios quiso crear el orden del universo dentro de una ley de desigualdad.

Esa desigualdad, al contrario de lo que podría parecer a primera vista, es armónica, proporcionada y bella, y franquea un encuentro fácil con Dios, por cuanto ayuda a discernirlo en los varios grados en que Él es reflejado en todo el orden de lo creado. Así, se encuentra en una roca un reflejo de la perennidad de Dios (reino mineral); en una planta a la búsqueda de la luz la figura del deseo de lo Absoluto (reino vegetal); en un pajarito multicolor que gorjea, la trasparencia de la infinita suavidad, gracia y belleza divinas (reino animal); y en el reino humano, cuyo primer individuo fue creado a imagen y semejanza del Creador (Cf. Gen 1, 26) – considerando cada hombre en su individualidad y conforme a su vocación específica -, también los más variados aspectos del infinito caleidoscopio divino se manifiestan, especialmente en los santos de la Iglesia: la dignidad de un San Benito, el desapego del «Poverello» de Asís, la sabiduría de San Agustín, etc. Esto alcanza su auge en el reino angélico, donde, según afirma Santo Tomás de Aquino, «es imposible que haya dos ángeles de la misma especie. Como sería también imposible decir que la blancura y la humanidad, separadas de la materia, serían muchas, visto que ellas sólo son múltiples porque están en muchas substancias».[5]

Extraído de la monografia «A obediência na escola espiritual de Plinio Corrêa de Oliveira» pelo Pe. Flávio Roberto Lorenzato Fugyama, EP

(El Lunes: La necesidad de la obediencia para conservar la armonía del universo)
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[1] «Non enim esset perfectum universum, si tantum unus gradus bonitatis inveniretur in rebus». S. Th. I, q. 47, a. 2.

[2] «Sicut enim artifex eiusdem generis lapides in diversis partibus aedificii ponit absque iniustitia, non propter aliquam diversitatem in lapidibus praecedentem, sed attendens ad perfectionem totius aedificii, quae non esset nisi lapides diversimode in aedificio collocarentur: sic et Deus a principio, ut esset perfectio in universo, diversas et inaequales creaturas instituit, secundum suam sapientiam, absque iniustitia, nulla tamen praesupposita meritorum diversitate». S. Th. I, q. 65, a. 2, ad 3.

[3] «Intellectus autem noster, cum cognoscat Deum ex creaturis, sic cognoscit ipsum, secundum quod creaturae ipsum repraesentant». Cf. S. Th. I, q. 13, a. 2.

[4] «Qualibet creatura intantum eum repraesentat, et est ei similis, inquantum perfectionem aliquam habet». Cf. Loc. cit.

[5] «Impossibile sit esse duos angelos unius speciei. Sicut etiam impossibile esset dicere quod essent plures albedines separatae, aut plures humanitates; cum albedines non sint plures nisi secundum quod sunt in pluribus substantiis». Cf. S. Th. I, q. 50, a. 4.

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