Santiago (Martes, 22-07-014, Gaudium Press) El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile emitió el pasado 21 de julio una declaración sobre varias propuestas legislativas que han suscitado debate en el país y que motivaron a los prelados a recordar el valor de la vida y la familia como «regalos de Dios para cada uno de nosotros». Los Obispos hicieron un llamado para los proyectos no se debatan simplemente «desde la ideología o desde un cierto populismo, sin contactarnos con las realidades existenciales que están en juego».
Los Obispos de Chile pidieron al Estado apoyar a quienes emprenden la «hermosa aventura» de hacer familia. Foto: JImmy Alvárez. |
Apoyar la familia en sus pruebas
Los Obispos chilenos recordaron que la visión cristiana de la familia contempla las dificultades y pruebas que debe sobrellevar, lejos de pretender un ideal artificial. La misma Sagrada Familia es un ejemplo claro de esta realidad: «El Niño Dios nació en una pesebrera de animales porque no hubo lugar en la posada; en la presentación del Niño en el templo, a María le fue profetizada que «una espada te atravesará el corazón»; debieron sufrir el exilio en Egipto por la persecución del tirano de turno; y María finalmente estuvo al pie de la cruz como madre dolorosa», afirmaron los miembros del Comité Permanente. «Pero fue ella misma la testigo de la resurrección del Hijo de Dios. Es la familia solidaria con todos los dramas que debe enfrentar la vocación familiar».
Por este motivo, y conscientes de la necesidad de apoyo ante los casos de sufrimiento, de ruptura y de abandono, los prelados pidieron el compromiso del Estado en una auténtica ayuda y promoción de la familia: «Necesitamos leyes laborales y educacionales al servicio de esta hermosa aventura de ser familia. Eso lo entenderíamos todos, también los políticos y legisladores, porque es el camino que ayuda a conformar una sociedad mejor, anhelo más preciado de los jóvenes».
El derecho sagrado a la vida
Los prelados se refirieron en primera medida al proyecto de ley de aborto terapéutico, propuesto en el país a pesar de contar con una de las cifras más bajas de mortalidad materna en el continente. «Reafirmamos nuestra convicción absoluta de que el derecho a la vida humana es el primero de los derechos humanos que debe ser respetado y defendido siempre, desde la concepción hasta la muerte natural». En lugar de centrar el debate en cómo y en qué casos autorizar la práctica, los Obispos pidieron analizar «cómo el Estado se puede hacer cargo de acompañar, aconsejar, abrir espacios en la sociedad y hasta financiar tantas iniciativas en favor de la vida».
Los prelados reconocieron el esfuerzo actual de los médicos que luchan para salvar la vida de los niños y sus madres en casos de enfermedades durante la gestación. Foto: Álvaro Herrera. |
«Un niño engendrado en el vientre de la madre es una vida humana y, por lo mismo, es acreedor del primero de los derechos humanos: que sea respetado y cuidado», recordaron los prelados. «Un niño que presenta problemas en su gestación, además de las maravillas que hoy hace la medicina, es una persona única que trae una misión particular a este mundo». Los Obispos afirmaron el papel que hasta el momento cumplen a cabalidad los profesionales de la medicina y los comités de ética que evalúan la mejor forma de intentar salvar las dos vidas en casos de complicaciones y enfermedad y reiteraron el compromiso de la Iglesia en favor de la madre que enfrenta dificultades. «Lejos de condenarla, queremos ayudarla, apoyarla, como lo hacen los programas de la Iglesia con las madres adolescentes o con las fundaciones que apoyan legalmente la adopción de los niños así nacidos. Alentamos las diversas iniciativas que promueven auténtica solidaridad y acompañamiento fraterno».
Mantener la identidad de la familia
En cuanto a la posible redefinición de los conceptos de matrimonio y de familia, la Iglesia recordó que ésta es la institución más importante y que debe ser resguardada también por el orden legal. «Más que la organización política y social, más que las leyes y que la misma Constitución, la familia es el verdadero valor constituyente de la comunidad humana», declararon los Obispos. «Las uniones de hecho no se pueden equiparar jurídicamente con la unión estable e indisoluble de un hombre y una mujer para formar familia y enfrentar juntos la vida, institución que merece el apoyo y la protección del Estado, pues origina la célula básica de la sociedad». Estas condiciones, junto a la apertura a la procreación, marcan la identidad del matrimonio y la familia y es esa identidad la que busca mantener la Iglesia: «Cosas de palabras, piensan algunos. Necesidad de entendernos, es lo que otros pensamos».
«Hemos escrito estas reflexiones motivados por el anhelo de prestar nuestra mejor contribución a la Patria, mediante el anuncio de Cristo y de su Evangelio y de la múltiple acción pastoral de la Iglesia Católica», concluyeron los prelados. «Lo hacemos con el propósito de aportar al bien integral de la comunidad nacional, de las familias y de cada persona, por quienes Jesucristo entregó su Cuerpo y Sangre». Los Obispos firmantes encomendaron el fruto de las reflexiones a «nuestra Madre, la Virgen del Carmen, Patrona de Chile, cuya fiesta hemos celebrado recientemente a lo largo y ancho de nuestra Patria».
Con información de Conferencia Episcopal de Chile.
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