Berlín (Martes, 22.-07-2014, Gaudium Press) Desde hace poco más de un año la residencia del Papa emérito Benedicto es el monasterio ‘Mater Eclesiae’, en el Vaticano. Imaginamos a este anciano venerable recorriendo los pasillos solitarios, rezando su rosario, o sencillamente meditando, o a veces conversando amenamente con las Memores Domini, sus cuatro ángeles guardianes de Comunión y Liberación, o pidiendo directamente a Cristo por la Iglesia de la cual fue piedra angular, viviendo en santa paz lo que ya había anunciado el 28 de febrero de 2013, cuando partía a Castelgandolfo, para después instalarse definitivamente en ‘Mater Eclesiae’: «Soy simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra». Bien es cierto, Benedicto XVI no era un peregrino cualquiera.
El futuro importante de este caminante-peregrino ya había sido intuido por muchos, desde la época en que era un mero teólogo. Incluso también por una de las agencias secretas más afamadas y temidas del mundo, la hoy desaparecida Stasi, la agencia de inteligencia de la antigua República Democrática Alemana.
Algunos creían que el Papa emérito sólo comenzó a ser investigado por la Stasi en 1974, cuando fue a hablar a teólogos de Erfurt, en Turingia, ciudad en ese entonces de la Alemania comunista. Entretanto, el interés -y la preocupación- de la Stasi con el teólogo Ratzinger es anterior…
En noviembre de 2011 Der Spiegel revelaba que de 1963 a 1966 un sacerdote reclutado por la Stasi, con nombre clave «Erich Neu», había enviado en total alrededor de 95 informes a la Agencia de inteligencia, siendo que algunos de ellos tenían como protagonista al teólogo Ratzinger, por entonces profesor en la Universidad de Münster. Es claro que ya para la época el Padre Ratzinger alcanzaba notoriedad, en buena medida por sus labores de asesoría al Cardenal Frings durante el Concilio Vaticano II.
Bien es cierto entretanto, que en 1974 la persona de Ratzinger atrajo aún más la atención de la Stasi, año en el cual dio inicio una vigilancia sistemática. Documentos revelados por la radio alemana Mitteldeutsche Rundfunk Thüringen (MDR), muestran que un informante que era empleado del obispo de Meissen, refería a la agencia de inteligencia las ponencias que sobre Teología había hecho el P. Ratzinger en Alemania Oriental. Sin embargo, también sale a la luz que para ese año la desaparecida Stasi consideraba que no contaba con espías adecuados para seguirlo. No obstante, esa situación era algo que se «solucionaría» con el tiempo, de tal manera que el ya Arzobispo de Munich que en 1978 visitó Berlín para una entrevista con el Cardenal Alfred Bengsch, contaba en el momento con un «séquito» de informantes que lo vigilaban en ambas Alemanias.
Interesante son apartes de algunos de esos informes sobre Mons. Ratzinger: «Conservador, reaccionario y autoritario», dice uno de ellos. Otro no dejaba de reflejar un cierta paranoia, comúnmente presente en esos ambientes: Ratzinger había sido en determinado momento, el encargado por San Juan Pablo II para ser «el organizador de la contrarrevolución en Polonia». Otro despacho contradice lo de «autoritario», y termina haciendo un elogio de Benedicto XVI -ciertamente a contragusto- cuando afirma que «aunque puede parecer tímido al principio en una conversación, tiene un encanto que te gana». Ese mismo informe destacaba su gran inteligencia.
Siendo ya prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, -y por tanto una de las primeras personalidades de la Iglesia- Mons. Joseph Ratzinger fue en 1986 a Dresde, también en la Alemania Oriental, para una reunión con un grupo de católicos. Dice MDR de acuerdo a su revisión de los archivos de la Stasi, que «las fuerzas de seguridad recibieron instrucciones para darle un trato preferente y educado cuando cruzase la frontera», y ordenaron que trámites engorrosos exigidos a los visitantes, como por ejemplo una exhaustiva revisión del equipaje «tenían que omitirse».
La Stasi llegó a tener cerca de 12 mil informantes en Alemania occidental, algunos de ellos, lamentablemente, personas infiltradas en la Iglesia, o en organismos de la Iglesia. Por ejemplo, había un monje de nombre clave «Lilchtblick» que por varias décadas envió informes, tanto de la Iglesia en Alemania occidental, cuanto del Vaticano. Otro de los que específicamente habló sobre Ratzinger fue un periodista de la Agencia Católica alemana de noticias, KNA, de nombre clave «Antonius».
Gaudium Press / S. C.
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