Nuevo Hamburgo (Jueves, 24-07-2014, Gaudium Press) «Solo cuando Cristo se torna tesoro» es el título del más reciente artículo de Mons. Zeno Hastenteufel, Obispo de la Diócesis de Nuevo Hamburgo, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil. En el texto, el Prelado narra cuando Salomón, hijo predilecto de David, listo para asumir el Reino de Israel, en la víspera de su posesión experimenta un profundo encuentro con Dios y oye cuando el Señor le dice: «Pídeme lo que deseas para tu reinado y yo te lo daré» (1 Rs, 3,5).
Fue en este momento que Salomón hizo la bonita oración: «Señor mi Dios, tú hiciste reinar tu siervo en lugar de David, mi padre. Pero yo no paso de un adolescente, que no sabe todavía como gobernar. Además de eso, tu siervo está en medio de tu pueblo elegido, pueblo tan numeroso, que no se puede contar o calcular. Da, pues a tu siervo un corazón comprensivo, capaz de gobernar a tu pueblo y de discernir entre el bien y el mal. ¿De lo contrario quién podrá gobernar este tu pueblo tan numeroso?» (1 Rs, 3,7-9).
Dios gustó de la oración de Salomón
Mons. Zeno afirma que el propio texto después comenta que al Señor Dios le gustó mucho esta oración de Salomón porque él no pidió largos años de vida, ni riqueza, ni la muerte de los enemigos, sino, mucha sabiduría para gobernar su pueblo y para practicar la justicia.
También, el Prelado destaca que en el tiempo en que Salomón vivió y era el rey de Israel, se tornó mundialmente famosa la sabiduría de Salomón. Para el Obispo, era fenomenal el modo como este hombre consiguió practicar la justicia: era realmente un don de Dios, concedido a un joven rey que comenzó su reinado, en oración, pidiendo sabiduría.
Ya el Evangelio del próximo domingo, de acuerdo con Mons. Zeno, nos presenta la parábola del tesoro escondido, que se trata, en verdad, de algo muy precioso, tanto que aquel hombre vende todos sus bienes y compra el campo en que este tesoro está escondido. «Es claro que esto es un lenguaje simbólico. Evidentemente no se trata de un tesoro material, sino una motivación interior, un descubrimiento fenomenal, que trae un nuevo horizonte para la vida», completa.
«Para mí vivir es Cristo», decía San Pablo |
El encuentro de San Pablo con el Señor
El Obispo de Nuevo Hamburgo recuerda además que San Pablo nos revela innúmeras veces que en la vida de él el encuentro con Jesucristo fue un verdadero tesoro que, de un momento para otro, le trajo un nuevo sentido para su vida y un nuevo rumbo a ser tomado. Él expresa que, a partir del encuentro de Damasco y del descubrimiento de que Jesucristo era en verdad el Salvador prometido, Pablo tenía una gran certeza que él resumía así: «Para mí, vivir es Cristo».
Por último, Mons. Zeno cita el Documento de Aparecida, fruto de la V Conferencia de los Obispos en Aparecida, en el año 2007, que habla en total 97 veces de la necesidad de tener un encuentro personal con Jesucristo, y habla especialmente respecto a los misioneros y de todos aquellos que trabajan en la misión. «Todos ellos, el obispo, el padre, el seminarista, el religioso, el cristiano laico, el catequista, todos precisan experimentar el encuentro personal con Jesucristo y después pueden testimoniarlo», concluye. (FB)
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