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Ciudad del Vaticano (Viernes, 25-07-2014, Gaudium Press) Hoy se conmemoran 46 años de la publicación de la encíclica ‘Humanae Vitae’ de Pablo VI, fechada el 25 de julio de 1968. Significativa polémica levantó entonces el documento pontificio, en un mundo que se encausaba de lleno por el «birth control», y que hoy enfrenta en muchísimos lugares lo que se ha llamado el «invierno demográfico», en su esencia es debido a tasas de natalidad insuficientes incluso para el mero reemplazo generacional.
Es claro que Pablo VI tuvo que enfrentar la ‘ola de los indignados’, lo que ciertamente llevó dolor a su corazón.
«La mañana del 25 de julio de 1968, Pablo VI celebró la Misa del Espíritu Santo, pidió luz de lo Alto… y firmó: firmó su firma más difícil, una de sus firmas más gloriosas. Firmó su propia pasión», afirmó años después de aparecida la encíclica el Cardenal Agostino Casaroli, por entonces Secretario de Estado vaticano. Pero ese sufrimiento del Papa Montini, ha mostrado con el trascurso de los años su validez y sus luces proféticas.
La encíclica
El documento se divide en 3 partes. En la primera se abordan aspectos nuevos del tema de la natalidad (desarrollo demográfico, situaciones laborales difíciles, preguntas angustiantes del hombre de hoy) y la competencia del Magisterio de la Iglesia en temas de fecundidad y de ley natural.
En la segunda parte de la encíclica se enuncian principios doctrinales sobre antropología; características del amor conyugal y paternidad verdaderamente responsable; dimensiones y fines del acto conyugal; vías lícitas e ilícitas para regular los nacimientos; y graves consecuencias de los métodos de regulación artificial de la natalidad.
En la tercera parte se determinan orientaciones pastorales para las autoridades políticas, esposos, hombres de ciencia, médicos y personal sanitario, sacerdotes y obispos sobre el tema.
La encíclica reafirma la indisolubilidad de los aspectos unitivo y procreativo del acto conyugal, incluso si el aspecto procreativo es de capacidad efectiva, de capacidad provisoriamente potencial o de capacidad definitivamente potencial de manera tal que «el acto conyugal expresa sensiblemente el amor que los esposos se tienen (aspecto unitivo) y la actitud de apertura a la vida (aspecto procreativo), que son los dos motivos por los cuales un hombre y una mujer se unen en matrimonio». 1
Según la Humanae vitae «un acto conyugal realizado con delicadeza, respeto, abierto a la vida, etcétera, manifiesta un amor delicado, respetuoso, libre y fecundo (biológica y espiritualmente). No hay que olvidar que las características del verdadero amor conyugal son cuatro, indicadas en la HV, n. 9: ante todo, plenamente humano (es decir, al mismo tiempo sensible y espiritual); en segundo lugar, total (es decir, tal que los esposos compartan todo cuanto son y poseen generosamente, creando una «forma singular de amistad»); fiel y exclusivo hasta la muerte (uno con una para siempre y a pesar de todas las dificultades); y, finalmente, fecundo (o sea, «que no se agota en la comunión de los esposos, sino que está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas»)». 2
Gaudium Press / S. C.
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1 Miguel Ángel Fuentes, I.V.E. La Humanae Vitae de Pablo VI. Esencia de un documento profético. In: http://www.es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?consecutivo=550&capitulo=6977. Acceso: 25-07-2014
2 Idem.
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