Nueva York (Sábado, 02-08-2014, Gaudium Press) Los católicos de todo el mundo tienen el deber de cumplir el mandamientos de consagrar el día domingo al culto a Dios, específicamente a través de la asistencia obligatoria a la Eucaristía. Sin embargo, este deber es a veces objeto de protesta por parte de niños, jóvenes o adultos que juzgan el sacramento como una actividad «aburrida». «¡La Misa es tan aburrida!» es la expresión que ha escuchado el Cardenal Timothy Dolan, Arzobispo de Nueva York, Estados Unidos, y que analizó en un artículo en su blog personal publicado el pasado 21 de julio. «¿Que tenemos que decir a esta desafortunada y casi sacrílega afirmación?».
El Cardenal Timothy Dolan invitó a redescubrir el extraordinario valor de la Eucaristía y no juzgarla como si se tratara de un entretenimiento. Foto: George Martell/Pilot New Media |
La respuesta del Cardenal es firme: «Bueno, primero que todo, tenemos que decir: ¡No, no lo es!. Usted puede encontrar aburrida la Eucaristía, pero esto es más su problema que una falla de la Misa». El purpurado explicó que esta sensación puede provenir del hecho de no comprender adecuadamente el sentido y la importancia del sacramento, por lo cual se busca en la Eucaristía lo que no es. Muchas actividades de gran importancia no son «divertidas» y no por ello pueden ser descartadas. Actividades como las elecciones o los tratamientos médicos «son muy significativos para nuestro bienestar, y su valor difícilmente depende de nuestro placer mientras las desarrollamos. La Misa es más importante para la salud de nuestra alma que estos ejemplos».
«El aburrimiento es nuestro problema», comentó el Cardenal, quien relacionó la queja a la baja concentración ejemplificada en hábitos de oír fragmentos de treinta segundos de sonido, o cambiar el canal del televisor tan pronto se siente un leve tedio. «Gracias a Dios la importancia de una persona o un evento no depende de su tendencia a ‘aburrirnos’ a veces. Las personas y los eventos significativos no existen para entretenernos, ¡a menos de que seamos los chicos más narcisistas y malcriados!»
Esto es, según el Arzobispo, particularmente cierto del Santo Sacrificio de la Misa: «Nosotros creemos que cada misa es la renovación del evento más importante y crítico que ha ocurrido: el eterno e infinito sacrificio de alabanza de Dios Hijo, Jesús, a Dios Padre, en una cruz en el Calvario en un viernes que llamamos Santo». La disposición de los fieles les permite admirar este valor o asistir con la indiferencia de los soldados romanos quienes «estaban ‘aburridos’ y se burlaban de Jesús y se jugaron su túnica, la única propiedad que Él tenía».
Es Cristo quien realiza la Eucaristía
El Card. Dolan reconoció que varios aspectos pueden ayudar a participar mejor en la Eucaristía como la belleza de las flores en el altar, la calidad de la música, la homilía bien predicada o el clima de amistad de la comunidad. Sin embargo, motivó a descubrir el valor del sacramento incluso cuando existan falencias en estos campos. «La Eucaristía hace su trabajo incluso cuando todo lo anterior falta, ¡y tristemente sucede!»
«La Eucaristía no se trata de nosotros, sino de Dios», recordó el purpurado, quien animó a recordar que «por una hora en el domingo somos parte del «más allá», somos elevados a lo eterno, participantes de un misterio, cuando nos unimos a Jesús en la acción de gracias, el amor, la súplica de perdón y el sacrificio que Él eternamente ofrece a su Padre. Lo que hace Jesús siempre se obra, y nunca es aburrido. La Misa no es una tarea tediosa que hacemos para Dios, sino un milagro que Jesús hace con y para nosotros».
Como un ejemplo adicional, el Cardenal recordó el testimonio de una familia que siempre cenaba los domingos en casa de los abuelos y que mantuvo su costumbre a pesar de los achaques y las eventuales fallas de la abuela al momento de cocinar. Esto porque el valor de esa costumbre no era el sabor de la comida o el entretenimiento de la conversación, sino el acompañar a sus mayores hasta el momento de su muerte. Los padres que llevaron a sus hijos a esta cena ahora la ofrecen y esperan que ellos mantengan la tradición y traigan a sus familias a visitarlos también.
Por último, el Card. Dolan recordó que el aburrimiento es algo subjetivo y que hay personas que pueden aburrirse en un espectáculo deportivo o en un concierto, «y hay personas que me dicen que valores como la amistad, el trabajo voluntario, la familia, la lealtad, la generosidad y el patriotismo están ‘pasados de moda’ y ya no son emocionantes. ¡Yo diría que ellos tienen un problema!, concluyó. «Y otros me dicen que la Misa es aburrida…».
Con información de Arquidiócesis de Nueva York.
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