Puerto Alegre (Lunes, 11-08-2014, Gaudium Press) Con el título «Realización Personal», Mons. Jaime Spengler, Arzobispo de Puerto Alegre, Brasil, hace una reflexión en su artículo semanal sobre el hecho de que vocación es distinto de profesión. Para él, profesión tiene que ver con habilidad técnica, eficiencia productiva, función social, reconocimiento y recompensa, y lo que denominamos vocación toca una dimensión más profunda del ser humano y no siempre goza de reconocimiento público.
Mons. Jaime Spengler – Foto: Franciscanos.org.br |
De acuerdo con el prelado, podemos percibir tal distinción en diferentes áreas de la convivencia humana y social, pues alguien que actúa por criterios meramente técnicos se distingue de alguien que, sin dejar de lado estos, actúa también por pasión, amor y placer. En ese ámbito, el Arzobispo refuerza que lo que importa es el propio arte. Él además afirma que hay distinción entre un técnico y alguien que actúa, digamos, por vocación, y esto se refleja en el comportamiento diario.
«El humano, en una determinada fase de la vida, es conducido a confrontarse con una elección de vida, no siempre fácil. El desafío de abrazar una vida de dos, o no; de encajarse en una forma de vida consagrada; de asumir un ministerio ordenado. O incluso el deseo de no colocarse la cuestión de la elección de vida y permanecer en una especie de indiferencia», completa.
Mons. Spengler enfatiza que la elección de vida es también orientada por motivaciones diversas: contexto familiar, ambiente social, influencia de alguien en especial, prácticas tradicionales, ideologías, etc. Según el Prelado, las motivaciones pueden ser accidentales, banales o pueden estar «olvidadas» en el subconsciente, pueden todavía ser expresión de una experiencia profunda y decisiva a lo largo de la caminada personal de vida. Él afirma que la opción de vida puede estar condicionada por criterios sociológicos, psicológicos, pedagógicos, teológicos, personales.
El papel de la familia, la escuela y la Iglesia en la vocación
«Nuestros adolescentes y jóvenes precisan ser orientados y sustentados en sus elecciones de vida. Es un derecho de ellos y un deber de la sociedad. Es una misión que toca a todos. Tarea característica en ese trabajo posee la familia, la escuela y la Iglesia. ¿Cuál es el padre o la madre que no desea ver a su hijo o hija feliz, haciendo aquello que le gusta, que lo/la realiza? También la escuela puede, y mucho, colaborar. Al final, ella no tiene simplemente la función de informar, sino de formar para la vida», destaca. Con relación a ello, el Arzobispo explica que la formación es algo diferente de información y que aquí, tal vez, se pueda indagar por la función específica de las instituciones de enseñanza, pues también la Iglesia, como comunidad de fe, espacio de encuentro de personas, puede y debe colaborar en esa tarea.
La vocación es vocación de Dios
Además de eso, Mons. Spengler resalta que para nosotros, cristianos, el destino de la existencia humana es vocación de Dios, que inspira, orienta y sustenta.
Conforme el Arzobispo, lo que Dios quiere nosotros no lo podemos saber de antemano, así como no podemos saber con anterioridad, cómo algo calculable, previsible, lo que es vocación y cómo se da la elección.
«En el día a día, podemos ir a coger indicaciones de Dios, a través de los hechos, de la oración, de la lectura de la palabra sagrada y del diálogo entre hermanos y hermanas. Se trata de un camino que vamos realizando a tientas. No existen certezas absolutas. Es preciso que pensemos y reflexionemos sobre nuestra vida, destino, realización, elecciones.»
Por último, el Prelado resalta que lo que verdaderamente interesa a la persona es poder corresponder de la mejor forma posible al misterio de Dios y de su amor, que se expresa en situaciones concretas de la vida. Para Mons. Spengler, es más o menos como el artista en su esfuerzo de corresponder a la inspiración; no importa el material que tenga a disposición o las herramientas, sino que la inspiración, de algún modo, gane expresión, contornos, formas. «La elección de la vocación es trabajo arduo y desafiante. Y no son pocos los que desisten. Es decisivo ser perseverante hasta el fin. En ese trabajo, es necesario colaboración, determinación, disciplina personal», concluye. (FB)
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