Londrina (Jueves, 14-08-2014, Gaudium Press) Mons. Orlando Brandes, Arzobispo de Londrina, en Brasil5, escribió un artículo sobre el Año Vocacional que se vive en la Arquidiócesis. En el texto, el prelado enfatiza que el sacerdote es tan necesario para la sociedad como el médico, el prefecto, el profesor, porque el ser humano tiene una apertura natural para Dios. El prelado recuerda que el alma humana es inmortal y el ser humano es espiritual.
La vocación y la misión
Mons. Orlando Brandes |
Según el Arzobispo, el sacerdote es ‘especialista’ de Dios, perito en las cosas espirituales, maestro de los valores humanos, médico del alma, representante de Jesús. «Vemos así que es un acto de justicia y de respeto por la persona humana la cuestión vocacional, pues toda vocación es para la misión. El sacerdote no es padre para sí, sino para los otros. Cuánto bien el padre hace para la familia, los niños, los jóvenes, los ancianos. Él es un bienhechor de la humanidad», completa.
Por otra parte Mons. Brandes resalta que Jesús dejó su Iglesia en las manos de los doce Apóstoles, que Él mismo educó y preparó. Él recalca que el sacerdote es quien lleva adelante la encarnación de Jesús; él es un «otro Cristo»; es amado, llamado, consagrado y enviado por el propio Jesús con la misión de ser el servidor del pueblo, el promotor de la dignidad humana, el portador de los medios de salvación. Según él, es hombre de Dios para el pueblo, es el portador de la gracia.
En el empeño vocacional se deben empeñar todos
«Precisamos de sacerdotes. Eso exige que todos nos impliquemos en la revitalización vocacional. Sí, vamos a rezar por las vocaciones, pero precisamos implicar a las familias, los jóvenes, los niños, los liderazgos, las pastorales, y movimientos, los párrocos, el presbiterio, los religiosos y religiosas, los diáconos para despegar una revolución vocacional hasta conseguir crear una ‘cultura vocacional’. Eso está exigiendo de nosotros un salto vocacional, un entusiasmo y una mística vocacional hasta que se organice un marketing vocacional permanente».
Además de eso, el Arzobispo enfatiza que en la Iglesia particular de Londrina se espera llegar a una capilaridad vocacional, una ‘vocacionalización’ de las pastorales, donde todos formarán un «mutirão [movilización] vocacional». Conforme él, eso tiene un precio: atraer la infancia misionera, los monaguillos, los niños de la Primera Comunión, los catequistas, los grupos de jóvenes, las universidades, las escuelas y los profesionales.
Por último, Mons. Brandes cree que urge tocar en los hombros de los jóvenes y motivarlos en el seguimiento de Jesús, pues es preciso apuntar, hablar, cuestionar, atraer, conquistar a los vocacionados. Para él, vocación tiene todo que ver con atracción, y los padres son los primeros promotores vocacionales. El Prelado también destaca que promover las vocaciones es una urgencia para toda la Iglesia y una prioridad presbiteral impostergable, y un presbiterio alegre y unido es propaganda para vocaciones sanas, servidoras y santas.
«Sin sacerdote no hay eucaristía, se apaga la luz del sagrario, el altar se convierte en una mesa cualquiera. Sin padre no hay absolución de los pecados y el pueblo de Dios es perjudicado tanto en la pastoral como en la vida espiritual y existencial. Jesús tuvo compasión del pueblo porque eran ovejas sin pastor. La Pastoral Vocacional es un gesto de amor por la gloria de Dios y de compasión con el pueblo», concluye. (FB)
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