viernes, 22 de noviembre de 2024
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Lectura del Evangelio es camino privilegiado para entender el camino de la vida, dice Arzobispo de Porto Alegre, Brasil

Porto Alegre (Lunes, 18-08-2014, Gaudium Press) «Camino de vida» es el título del más reciente artículo de Mons. Jaime Spengler, Arzobispo de Puerto Alegre, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil. Al inicio de su texto, el Prelado cuenta la historia de una leyenda de la tradición judaica: un cierto rabino fue calumniado junto a las autoridades. La acusación decía que su doctrina era herética y su conducta, condenable. Por eso, fue lanzado en la cárcel.

Continuando el relato, el Arzobispo afirma que un día, cuando aguardaba el momento de comparecer junto al juez, el carcelero entró en la celda y delante del rostro firme e inmóvil del rabino, concentrado, el carcelero intuyó la humanidad del prisionero. Comenzó a conversar con él y no tuvo miedo de lanzarle cuestiones difíciles de las Escrituras. Por último, preguntó: «¿Cómo se debe interpretar que Dios, omnisciente, pregunte a Adán: ‘¿dónde estás?'».

«Crees», preguntó el rabino, «¿que la Escritura es eterna, abraza todos los tiempos, todas las generaciones y todos individuos?» «¡Sí, creo!», respondió el carcelero. «Pues bien», dijo el rabino, «en todos los tiempos, Dios interpela a cada hombre: ‘¿Dónde estás en tu mundo?’ De los días y años a ti concedidos, ya pasaron muchos. En ese tiempo, tú, ¿hasta dónde llegas en tu mundo?’ «.»Dios dice, por ejemplo: ‘Es que ya pasaron 46 años de tu vida. ¿Dónde te encuentras?’ » Al oír el número exacto de su edad, el carcelero mal se pudo controlar. Posó la mano sobre el hombro del rabino y dijo «bravo», pero su corazón temblaba.

Cada camino de vida es personal

Para Mons. Spengler, el rabino no ofrece respuesta a la cuestión presentada por el carcelero, sino que la devuelve. Conforme él, en la respuesta está latente una amonestación: Como Adán, cada ser humano intenta esconderse ante los desafíos y las responsabilidades de la vida y tal actitud no es buena. El Prelado además explica que la forma como la cuestión es presentada, provoca reflexión y actitud.

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Camino en Petra, Jordania

«La cuestión presupone una respuesta personal. Nadie puede responderla por el otro, pues cada uno, delante de Dios, es único, irrepetible. Puede servir de ejemplo y auxilio. Entretanto, cada uno precisa responder en primera persona y de forma peculiar a la cuestión: ¿dónde estás? No se puede huir de las responsabilidades. Es necesario asumir los desafíos que vienen a nuestro encuentro», evalúa.

Además, el Arzobispo resalta que la historia narrada busca provocar la salida del propio mundo, a veces estrecho y cerrado, y despertar nuevos horizontes, nuevas posibilidades. Según él, la salida indica la necesidad de atención, pues la pregunta, como es presentada, llega a nosotros de forma simple, discreta, sutil, y, por eso, siempre puede ser ahogada y no considerada. Sin embargo, Mons. Spengler afirma que es interesante notar que a partir de la percepción de la misma es que tiene inicio el nuevo camino.

La necesaria lectura del Evangelio

«Esa cuestión no tiene por objetivo llevar a un cierre en sí mismo, a una especie de enseñanza; al contrario, ella visa, sí, despertar el ser humano para la posibilidad de lo nuevo. En nuestro empeño para comprender la posibilidad de lo nuevo, precisamos de maestros. Maestros que nos orienten, conduzcan, corrijan, incentiven», completa.

Por último, el Prelado enfatiza que nosotros, bautizados, tenemos a Jesucristo como nuestro Señor y Maestro, y mientras sus discípulos somos exhortados a cultivar en nosotros los mismos sentimientos que fueron de Él (Cf. Fl 2,5). Para que eso ocurra, él cree que precisamos conocer bien cuáles fueron esas enseñanzas y el camino privilegiado es la lectura asidua de los Evangelios.

«A partir de la lectura diaria, percibimos el modo de vivir, actuar, pensar y relacionarnos con las personas y con Dios. Podemos ciertamente mucho aprender con quien nos precedió. ¡No repetir lo que otros realizaron! Pero podemos con ellos aprender, buscando, sí, buenos maestros en el camino de la vida», concluye. (FB)

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