Milwaukee (Jueves, 21-08-2014, Gaudium Press) Marquette University, ubicada en Milwaukee, Wisconsin- EE.UU., es una típica universidad católica americana, con el sello propio de las centros de estudios regentados por la Compañía de Jesús. Entretanto, a la constelación de logros de esa institucióhn se suma ahora una estrella y es la posibilidad de tener un ex-alumno mártir. James Foley, el periodista ‘freelance’ decapitado por el autodenominado Estado Islámico de Irak y del Levante (Isis), era graduado de esa universidad.
James Foley – Foto: Marquette University |
La Universidad de Marquette ha organizado para el próximo 26 de agosto una vigilia de oración en memoria de James y en apoyo a su familia, en el campus universitario, y además ha publicado un comunicado en el que manifiesta la profunda tristeza de la comunidad universitaria por el asesinato del periodista.
Impresionante relato del papel de la oración durante su cautiverio en Libia
James no había perdido los vínculos con su Alma Mater. En medio de su vida de aventura como periodista en zonas de conflicto, él tuvo tiempo de escribir un artículo para la revista de los alumnos de la Universidad de Marquette, sobre el tiempo que estuvo en prisión en Libia, en el 2011. El artículo, del reproducimos algunos trechos a continuación, relata la importancia trascendental que fue atribuyendo a la oración, en las difíciles circunstancias de su cautividad:
Empecé a rezar el rosario. Era lo que mi madre y mi abuela hubieran rezado. Dije 10 Avemarías entre cada Padre Nuestro. Me tomó mucho tiempo, casi una hora a contar 100 Avemarías contándolas entre mis nudillos. Y eso me ayudó a mantener mi mente enfocada.
Clare y yo oramos juntos en voz alta. Nos sentíamos con energías renovadas al hablar de nuestras debilidades y esperanzas juntos, como si estuviésemos en una conversación con Dios, en lugar de silencio y soledad (…)
Una noche, después de 18 días de cautiverio, algunos guardias me sacaron de la celda. (…) Arriba, en la oficina del alcaide, un hombre distinguido, con traje, se puso de pie y dijo: – «Creemos que es posible que desee llamar a su familia».
Hice una oración final y disqué el número. Mi mamá contestó el teléfono. – «Mamá, mamá, soy yo, Jim.»
– «Jimmy, ¿dónde estás?»
– «Todavía estoy en Libia, mamá. Discúlpame por esto. De verdad lo siento». (…)
– «Está habiendo una vigilia de oración por ti en Marquette. ¿No sientes nuestras oraciones?», preguntó ella.
– «Lo siento mamá, yo las siento» y pensé en esto por un segundo. Tal vez fueron las oraciones de los demás las que me fortalecieron, me mantuvieron a flote.
El funcionario [alcaide] hizo un gesto. Empecé a despedirme. Mamá se puso a llorar. – «Mamá, estoy fuerte. Estoy bien. Estaré en casa para la graduación de Katie», que fue un mes después.
-«Te queremos, Jim!», dijo. Entonces colgué.
Creencia absoluta en el poder de la oración
Repetí en mi cabeza esa llamada – la voz de mi madre, los nombres de mis amigos, su conocimiento de nuestra situación, su creencia absoluta en el poder de la oración. Ella me dijo que mis amigos se habían reunido para hacer lo que pudieran para ayudar. Yo sabía que no estaba solo.
Mi última noche en Trípoli tuve mi primera conexión a Internet en 44 días, y fui capaz de escuchar un discurso de Tom Durkin realizado por mí en una vigilia en Marquette. En una iglesia llena de amigos, ex-alumnos, sacerdotes, estudiantes y profesores, vi el mejor discurso que un hermano podría dar a otro. Se sentía como un discurso del mejor hombre y un elogio del mejor hombre. Mostró gran corazón y era sólo una muestra de los esfuerzos y las oraciones que las personas fueron ofreciendo. Sí, nada más, la oración era la chispa que activaba mi libertad, una libertad interior primero y más tarde el milagro de ser liberado durante una guerra en la que el régimen no tenía ningún incentivo real para liberarnos. No tenía sentido, pero la fe lo logró.
En medio de una situación dramática, James redescubrió el poder de la oración, y concretamente el del salterio entregado por la Virgen a Santo Domingo de Guzmán. Es de esperar que la certeza del auxilio a través del Rosario, lo haya acompañado desde esos momentos.
En el 2012, James Foley fue nuevamente hecho prisionero en Siria, mientras cubría el conflicto en ese país. A partir de esa fecha no se sabía de su paradero, hasta el video divulgado días atrás que muestra su decapitación.
Gaudium Press / Saúl Castiblanco
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