Roma (Viernes, 29-08-2014, Gaudium Press) El Superior General del Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras (PIME), Padre Ferruccio Brambillasca, escribió una carta a los miembros del Instituto en el mes de agosto en la cual invita a la reflexión sobre la necesidad de la entrega personal requerida por Dios en la labor misionera. Bajo el título de «Nosotros Misioneros y la vía del martirio», el sacerdote hace eco de la grave situación de violencia que afecta a los católicos en varios países, además de otras penalidades como el riesgo de enfermedad (como lo es el caso del ébola) y las dificultades propias de las zonas de misión. En su comunicación invitó a aprender de los mártires su coherencia y perseverancia en la fe y abrazar la «lógica del martirio», la cual es «la única lógica, ya que es la lógica de Cristo, que puede hacernos felices y plenamente realizados».
El Cardenal Angelo Amato presidió la Beatificación del Padre Mario Vergara y el Catequista Isidoro en la Diócesisd e Aversa. Foto: Diócesis de Aversa. |
El P. Brambillasca comenzó su misiva recordando la memoria de «nuestro mártir», el Beato P. Mario Vergara, evangelizador en Myanmar, y su catequista Isidoro, cuya beatificación se celebró recientemente en la Catedral de Aversa, en Italia (ver noticia anterior). «Nuestro Instituto , aun en su corta historia, ha donado a la Iglesia muchos mártires y estos mártires son nuestra herencia, que debemos custodiar como don precioso», comentó el Superior General. El sacerdote indicó que el propio Papa Francisco agradeció este testimonio de martirio, no sólo el ofrecido por quienes han dado su vida por la fe, sino también de quienes la entregan de forma cotidiana en las tareas de evangelización.
Los martirios de la vida misionera
La carta recuerda a los más recientes misioneros miembros que han dado su vida en su testimonio de fe, y a quienes corren grave peligro en países con amenazas por parte de grupos fundamentalistas como el Norte de Camerún, o ciertas regiones de India, así como los que están expuestos a la criminalidad y otros riesgos de violencia. También recordó un martirio que «es menos obvio, pero igualmente presente en nuestras misiones», como es el de los misioneros que enfrentan graves enfermedades en medio de su labor, así como los martirios de la obediencia y de la edad, que obligan a dejar los lugares en donde se ha realizado un gran trabajo o requieren «un cambio total de programa y una inmediata respuesta al llamado».
Otro sufrimiento destacado por el P. Brambillasca es la mortificación cotidiana que quienes «quisieran ver los resultados inmediatamente, las conversiones, el progreso de una parroquia o en nuestra comunidad», así como el sufrimiento de esperar un mejor desarrollo social o mayores frutos en el crecimiento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. En este «martirio de la espera», el Superior General recordó a los misioneros en países como Algeria, China, Japón, Estados Unidos, o Myanmar, algunos de quienes preferirían servir bajo la amenaza de la persecución que bajo el peso de la indiferencia hacia la fe católica.
Coherencia y valentía
Ante estas duras realidades, el Superior invitó a los misioneros a aprender de los mártires e imitar su modo de vida. La reciente beatificación del sacerdote Mario Vergara y el catequista Isidoro «es un fuerte recordatorio para nosotros de ser coherentes como lo fueron nuestros mártires», exhortó. Este llamado incluye no sólo la fidelidad a la oración y la vida propia del religioso, sino también a la vocación de «partir, de tomar las decisiones que no son sólo mías», y abrir el corazón y la mente a los desafíos y las nuevas condiciones que presenta el camino.
La segunda gran enseñanza destacada por el P. Brambillasca es el cultivo de «la valentía que vence todo miedo y mediocridad». El evitar el martirio es para el misionero condenarse a una vida infeliz, mediocre. «La enseñanza de nuestros mártires es la opuesta: si usted quiere ser feliz, si usted no quiere ser un misionero ‘mediocre’, tenga la valentía de entregar su vida completamente, la habilidad de morir por lo que verdaderamente creen», motivó. Para salir a la misión, se debe dejar «el propio miedo y la propia mediocridad, los esquemas propios que nadie puede romper».
De esta manera, «entramos en una nueva lógica, la lógica del martirio», expuso el Superior General, «la única lógica, ya que es la lógica de Cristo, que puede hacernos felices y plenamente realizados». Con esta reflexión, el P. Brambillasca concluyó su mensaje, deseando a los misioneros alegría y esperanza en la celebración del inicio del año dedicado la figura del fundador del PIME, Mons. Angelo Ramazzotti.
Con información de Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras.
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