sábado, 23 de noviembre de 2024
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Sor Bernardetta escribió conmovedora carta sobre África, un año antes de ser asesinada

Buyumbura-Burundi (Martes, 09-09-2014, Gaudium Press) Sor Bernardetta Bogianni, misionera javeriana de 79 años, es una de las tres religiosas italianas que fueron asesinadas el fin de semana en Buyumbura, capital de Burundi. No se conocen los móviles del horrendo crimen, aunque se sospecha que pudo haber sido perpetrado por un enfermo mental que tenía la intención de robar, según expresa la diócesis de Parma. Ya el Papa ha manifestado su dolor a través del Cardenal Secretario de Estado, a la vez que expresó la esperanza que «la sangre derramada se convierta en semilla de esperanza».

«Me uno a las condolencias del Santo Padre y deseo asegurar a las personas cercanas a las religiosas difuntas mi ferviente oración», afirmó el Cardenal Parolin, Secretario de Estado. Las religiosas ejercían sus labores pastorales en la parroquia de San Guido María Conforti.

La página web de las Misioneras Javerianas ha publicado una carta que Sor Bernardetta escribió hace un año, y que permite adentrarnos en los sentimientos apostólicos y los pensamientos de esperanza que esta religiosa albergaba con relación al continente negro. Reproducimos a continuación esa carta. El subtítulo es nuestros:

La Providencia me ha dado el don de encontrarme con distintos pueblos y culturas, poder contemplar panoramas estupendos. He conocido a personas maravillosas; cristianos y creyentes de otras religiones: rostros que desfilan ante mí como en secuencia, haciéndome revivir la sorpresa de haberme encontrado las semillas del Evangelio ya presentes.

La África que me he encontrado ha reforzado en mí la confianza en Dios: me ha impresionado la acogida cordial, la alegría en el compartir con los huéspedes lo poco que se tiene, la alegría del encuentro sin importar el tiempo.

Desde hace algunos años me encuentro en Burundi, Kamenge, una zona periférica muy poblada de la ciudad de Bujumbura. Estoy contenta de pertenecer a esta comunidad cristiana que siempre está atenta y cercana a los pobres. Es bello ver cómo los sábados y los domingos las madres de la comunidad de base se preparan con sus cestos encima de las cabezas y van a las prisiones a visitar a los reclusos y llevarles un poco de comida.

A la Misa del domingo por la tarde acuden especialmente los padres de familia y los jóvenes que han tenido la oportunidad de trabajar esa jornada, a menudo mal pagados. Llegan con los rostros quemados por el sol y las manos llenas de callos y estropeadas por el cemento. Observo en sus caras la serenidad de quien sabe que Jesús está en medio de ellos y que camina a su lado.

Un Reino de Amor, que va creciendo como un grano de mostaza

El anuncio de Jesús y del amor misericordioso del Padre se hace comprensible solo cuando va acompañado de un testimonio de vida. Es necesario alimentar en nosotros un mirada de simpatía, respeto, aprecio a los valores de las culturas, de las tradiciones de los pueblos que encontramos. Esta actitud, además de dar serenidad al misionero, ayuda a encontrar más fácilmente el lenguaje y los gestos oportunos para comunicar el Evangelio.

El próximo desafío que nos interpela me parece que es la defensa de los pueblos humillados, golpeados en sus derechos, la denuncia de la explotación de los bienes de estos pueblos. Y también urge el problema de la alfabetización, la vía maestra de la lucha contra la pobreza. África necesita justicia, mayor equidad y un buen gobierno.

No obstante la situación compleja y llena de conflictos en los países de los Grandes Lagos, me parece percibir la presencia de un Reino de amor que se va construyendo, que crece como un grano de mostaza, de un Jesús presenta donado a todos. En este punto de mi camino continuo mi servicio a los hermanos africanos, tratando de vivir con amor, sencillez y alegría.

 

 

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