Joinville (Lunes, 15-09-2014, Gaudium Press) Mons. Irineu Roque Scherer, Obispo de la Diócesis de Joinville, en el estado de Santa Catarina, Brasil, en su más reciente artículo habló sobre el mes de la Biblia, que la Iglesia Católica celebra en septiembre. Según él, este mes temático fue creado en 1971, y él fue escogido porque en el último domingo celebramos el Día Nacional de la Biblia, debido a la proximidad de la fiesta de San Jerónimo, patrono de los estudios bíblicos, celebrada el día 30.
Mons. Roque Scherer Foto: Diócesis de Joinville |
Al comienzo de su reflexión, el Prelado afirma que Jesucristo es el Verbo de Dios, o sea, la Palabra programada en el seno de la Santísima Trinidad para venir al mundo, encarnarse y salvar la humanidad. Él enfatiza que Jesús vino a habitar en medio de nosotros para revelarnos los misterios del seno de la Trinidad, y eso hizo con los apóstoles, primeros oyentes de su Palabra.
Para el Obispo es importante percibir que Jesús mismo escogió primero los depositarios de la Buena Nueva y obreros de la primera hora, que eran hombres rudos y tuvieron mucha dificultad en entender estos misterios. Esto explica, conforme Mons. Scherer, el hecho de que uno de ellos nada entendió o mal entendió y por eso traicionó a su Maestro. Entretanto, los demás, en su humildad fueron fieles y los más próximos testigos que vivieron con Jesucristo y a través de ellos la Buena Noticia de la Salvación llegó hasta nosotros.
De acuerdo con el Prelado, debemos hacernos una simple pregunta: ¿Qué es la Palabra de Dios para mí, todavía hoy, aquí y ahora? Él resalta que Dios habla todavía hoy, y las palabras son dirigidas a todas las personas y si leemos un texto de la Sagrada Escritura, puede ser el mismo durante varios días, todas las veces que lo releamos encontraremos nuevas inspiraciones para la vida.
«Esto porque, quien nos inspira es el Espíritu Santo que dirige su Iglesia y cada persona en particular. Es importante dejarnos inspirar y conducir por Él, siguiendo siempre su voz interior. Él nos lleva a hacer la voluntad del Padre y nos hace ser otros Jesús en medio del mundo», evalúa.
Además, Mons. Scherer afirma que la Palabra que está dirigida a nosotros, personalmente, es la fuente de la verdadera vida y debe ser asumida con una Fe profunda, que es siempre dirigida a nosotros – ¡aquí y ahora! Citando a Juan Pablo II, en Nuevo Millennio Ineunte, el prelado recuerda que: «Es necesario que la escucha de la Palabra de Dios se torne una vida de acuerdo con la tradición antigua y siempre válida de la ‘lectio divina’, para ayudar a encontrar el texto bíblico como Palabra viva que interpela, orienta y plasma la existencia».
La Palabra se debe difundir al mundo entero
El Obispo además destaca que la Palabra es una palabra constantemente presente, pues Jesús envía a sus discípulos a todo el mundo, les ordena hacer discípulos entre las naciones por donde pasen, a predicar la Palabra exactamente como fue comunicado a ellos.
Otra cuestión mencionada por el Prelado es que es necesario evitar el mayor peligro en la lectura de la Biblia, que es la interpretación fundamentalista, pues esa interpretación es de significado literal de cada una de las frases de las Escrituras, sin llevar en cuenta las implicaciones históricas de la creación del texto. Para Mons. Scherer, la lectura fundamentalista de la Biblia enfatiza la interpretación literal y es preciso descubrir lo que está en la narrativa bíblica y lo que es más importante, a saber – el mensaje de llevar al hombre para la salvación.
«Toda mañana, al inicio del día, deberíamos comenzar con la lectura de la Palabra. La tradición de la Iglesia nos coloca los salmos para la oración de la Liturgia de las Horas. Es, pues, importante que lo iniciemos con la lectura orante de la Palabra de Dios, algo que va proteger nuestro corazón durante el día, como María, que mantenía todo en su corazón. Almacenar la Palabra luego de mañana para ir ‘rumiando’ durante todo el día», sugiere.
Por último, el Obispo cree que después de concluir el sumergirse en la meditación, iniciamos un nuevo día con todos los problemas que él trae, pero en el corazón tenemos una palabra, o por lo menos uno de sus versos, algo recibido y acogido a partir de la lectura. Según él, en la liturgia de la Misa los varios textos se complementan y en la secuencia nos ayudan a sumergirnos aún más en el misterio.
«Les deseo un mes de la Biblia pleno de gracias e iniciativas en su difusión para que el mundo coloque siempre más lo que es esencial para la felicidad de cada una de las criaturas».
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