Blumenau (Jueves, 18-09-2014, Gaudium Press) Mons. José Gislon, Obispo de la diócesis de Blumenau, Brasil, escribió un artículo sobre la Palabra de Dios, en este mes que es dedicado a ella. El Prelado afirma que en este año, en particular, el texto que fue sugerido para nuestra profundización es la Carta de Pablo a los filipenses.
De acuerdo con el Obispo, al mirar la experiencia de la comunidad de los filipenses, podemos decir que no existieron comunidades ideales ni ayer, ni hoy. Él explica que hay, sí, un punto en común, un punto de partida -nuestra fragilidad-, pero existe también una meta, clara, a la que nosotros todos podemos llegar, en virtud de nuestro bautismo: «Vivir como Cristo».
Mons. Gislon destaca que la meta, por tanto, es Cristo: realizar esa meta significa luchar para que tengamos los mismos sentimientos de Cristo Jesús y ese es un empeño arduo al que debemos dedicarnos; no es simple, pero es posible. Él recuerda además el documento del Vaticano II, «Gaudium et Spes», número 22, que dice: «Cristo pensó con la mente humana, actuó con voluntad humana, trabajó con manos humanas, amó con corazón humano».
«Así debería ser su Iglesia. Así debería ser pensada la sociedad. Así deberían configurarse nuestras relaciones humanas. El estilo de Jesús debería ser nuestro estilo, el corazón de él debería ser el nuestro», completa.
Otra característica que aparece en la carta a los filipenses y que es mencionada por el Prelado es la invitación de San Pablo a la humildad, que es un desafío para todas nuestras comunidades: «Servir al Señor con toda la humildad». Una humildad, según el Obispo, que derrumba los intentos de soberbia, esa inclinación que nos hace creer que somos «alguien superior» en relación a los otros; que alimenta en nosotros un concepto exagerado sobre nosotros mismos. Él resalta que San Pablo recomienda que seamos humildes al punto de considerar a los otros superiores a nosotros mismos.
«Mirando para la comunidad de los filipenses, se tiene la impresión de estar delante de cristianos bien comprometidos, generosos, dispuestos a compartir y acoger. Ese puede ser un estímulo para revisar el estilo de nuestras comunidades, donde hoy, más que nunca, se torna necesaria la práctica de una caridad activa e inteligente», evalúa el Mons. Gislon.
En fin, el Prelado afirma que cabe examinar el papel de las mujeres, decididamente sorprendentemente en la comunidad de los filipenses. Conforme él, la colaboración de ellas aparece de forma muy importante: Pablo dice que ellas «lucharon por el Evangelio» y se mostraron muy dispuestas a la generosidad y la solidaridad.
«Hago una invitación para que en nuestras comunidades, en este mes de septiembre, se reflejen las primeras comunidades cristianas, haciendo de la Palabra de Dios una fuente inspiradora», concluye el Obispo. (FB)
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