viernes, 22 de noviembre de 2024
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Cardenal Arzobispo de Santiago de Chile llamó a las máximas autoridades del país a un "gran propósito nacional" durante Te Deum de Fiestas Patrias

Santiago (Lunes, 22-09-2014, Gaudium Press) Como es tradición cada 18 de septiembre, el Arzobispo de Santiago de Chile, cardenal Ricardo Ezzati, presidió el Te Deum de Fiestas Patrias, ceremonial que tuvo por objeto agradecer a Dios por las innumerables bendiciones que otorga a su pueblo peregrino en esta tierra y solicitar su luz para enfrentar los desafíos pendientes.

Al rito de acción de gracias, asistieron la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, los Presidentes del Senado, Cámara de Diputados, Corte Suprema y Tribunal Constitucional, junto a representantes de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones y diplomáticos con sede en Santiago, además del Nuncio de Su Santidad en Chile.

Un empeño activo y no violento para desterrar aquellas realidades intolerables

Al inicio de su mensaje a todo el país, el prelado dijo que «este es un momento señero para levantar la mirada y para meditar sobre nuestras convicciones y esperanzas y ponerlas en común. ¿Qué es lo que esperamos de este tiempo? ¿Cuál es el anhelo más profundo de Chile?».

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Y agregó: «Esta nueva página de la historia Patria demanda de nosotros una forma también nueva de convivencia: más acogedora, más inclusiva, más integradora, que destierre la desconfianza y el miedo. Una manera más participativa de resolver los desafíos actuales, que permita el diálogo y llegar a una convivencia entre todos con la dignidad que Dios nos ha dado y procurando, también entre todos, una vida más plena, más amable, más grata».

Para alcanzar este cometido, «se requiere un empeño activo y no violento para desterrar aquellas realidades intolerables que, con razón, nos tensionan», expresó el purpurado.

Una Iglesia que anuncia los valores del Evangelio en la sociedad actual

Continuando con su alocución, el Pastor de Santiago recordó a los presentes que desde los inicios de la Patria y hasta nuestros días «la Iglesia, siguiendo las huellas de su Maestro, ha sido pionera en Chile en educación y en salud, en dar albergue a los enfermos y desamparados; la que en nuestra historia ha sido defensora y promotora de los derechos humanos desde los tiempos coloniales; la que hoy sirve con decenas de hogares de ancianos, de menores vulnerados y otros también para personas que padecen discapacidades mentales; la Iglesia que está al servicio de las familias que quieren educar a sus hijos desde el mensaje del Evangelio y que con diversas iniciativas acoge a los migrantes, acompaña a los presos (…)».

Así, con orgullo y gratitud por lo hecho, «no podemos abdicar de la savia solidaria del Evangelio de Jesucristo que nos urge a defender la vida, la familia y a ofrecer una educación integral a las generaciones más jóvenes» en la sociedad de hoy.

De esta forma, como Iglesia «propiciamos el Evangelio de la Vida, desde la concepción de una persona hasta su muerte natural y durante todo el trascurso de su existencia, así como la de quienes han nacido en condiciones de pobreza inhumana o con alguna discapacidad física o mental. Y somos firmes defensores del amor conyugal y de la familia, fundada en el matrimonio, como la célula constitutiva de la sociedad, ante las diversas formas de reduccionismo presentes en la cultura contemporánea».

Además «queremos promover el diálogo fraterno y sincero así como las diversas formas de asociatividad, convencidos de que hemos sido creados para vivir en comunión y que la sociedad civil y las instituciones sociales tienen mucho que aportar a nuestra convivencia».

Confianza y diálogo: pilares de una sociedad más fraterna

Frente a estos temas valóricos, agregó el prelado, «aparecen obviamente nuestros distintos puntos de vista que debiésemos expresar y sopesar como aportes responsables al debate y no como posiciones cerradas y beligerantes. Para ello creo que todos debemos aprender a hacer silencio para escuchar al otro. Hay que cuidar no sólo el lenguaje sino nuestra tendencia a ser intransigentes».

Y agregó: «Necesitamos aprender a conversar y a debatir, venciendo la idea obsoleta de considerarnos enemigos en vez de leales adversarios en busca del bien común. No puede ser que pasemos de la discusión a la exigencia, de la exigencia a la toma, de la toma a la ocupación `hasta las últimas consecuencias´. En un clima de diálogo, la movilización social, especialmente la de los jóvenes -que valoramos- no tienen por qué recurrir a la violencia para vocear sus causas. La confianza supone tratar a los otros con ese grado de fe que permite crecer en los acuerdos compartiendo sueños y proyectos de bien común».

Así, «en esta materia todos debemos dar pasos nuevos. De manera especial quienes compartimos el mensaje de Cristo que invita a ser `una Iglesia en salida´, que acoge, que se involucra, y se distingue por su actitud de servicio. Una Iglesia con `olor a Evangelio´, preocupada por la persona humana concreta, singular, especialmente de aquellas que sufren injusticia o viven en lo que el Papa llama `periferias sociales y existenciales´ «.

Un gran «propósito nacional»

Al concluir su mensaje, el cardenal Ezzati exhortó a los asistentes a trazar una ruta basada en consensos que permitan al país avanzar hacia una sociedad más justa y solidaria: «En otros tiempos de nuestra historia, tuvimos la cordura de meditar sobre el `alma de Chile´ y agruparnos en torno a valores fundamentales (…) ¿Será muy ingenuo pensar en convocar a un gran propósito nacional, basado en el diálogo social, concebido como un decisivo pilar para avanzar y concretar una nueva cultura de `proyecto país´ que permita unirnos en torno a los principales desafíos y oportunidades que enfrentamos, para humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile?».

«Un propósito que tenga sus bases en lo esencial que es común a todos nosotros como, por ejemplo: la dignidad de la persona humana, la justicia social, el respeto y la valoración de nuestra diversidad, el diálogo y la generosidad», destacó.

Finalmente, continuó el purpurado, «me asiste la convicción de que estos propósitos tan sustantivos son compartidos por muchos chilenos, especialmente de quienes tienen y tenemos encargos de autoridad, de representación, de servicio. También por quienes trabajan en los Medios de Comunicación que pueden dar un vuelco, pasando de un estilo más bien confrontacional, a uno de encuentro y comunión».

El purpurado concluyó su alocución diciendo que «Jesús nos ha marcado el camino llevándonos a amar y servir sin condiciones, especialmente a los más pobres. Y la Madre de Jesús, a quien veneramos como Virgen del Carmen, ha dado ejemplo de servidora de los necesitados y nos ha ofrecido amparo en momentos de sufrimiento y de dolor».

 

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