sábado, 23 de noviembre de 2024
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"Enamorarse de Cristo", propone el Papa por beatificación de Álvaro del Portillo

Ciudad del Vaticano (Domingo, 28-09-2014, Gaudium Press) El Papa Francisco envió un mensaje al Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, con motivo de la ceremonia de beatificación de Monseñor Álvaro del Portillo, quien fue el primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de dicha Prelatura Personal. La beatificación fue presidida por el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en la ciudad de Madrid, España, con una participación de más de 200 mil personas de 80 países del mundo. Durante el solemne acto se leyó el texto de la carta del Pontífice, quien destacó las virtudes y el carisma del nuevo Beato.

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La fotografía del nuevo Beato fue revelada durante la ceremonia de beatificación, en medio del júbilo de los fieles. Foto: Opus Dei Information Office.

«También yo deseo unirme a vuestra alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos», expresó el Papa Francisco, quien destacó el encuentro del Beato con San Josemaría Escrivá, después de haber vivido una vida familiar sencilla y cristiana y trabajar en la formación espiritual de personas de escasos recursos. «Allí tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo» relató el Pontífice. «Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida».

El carisma del Beato Álvaro del Portillo

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El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió la multitudinaria Eucaristía. Foto: Opus Dei Information Office.

De sus virtudes personales, el Santo padre destacó su espíritu de agradecimiento: «Es la reacción inmediata y espontánea que siente el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera», comentó. «Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás». También describió su amor por la Iglesia y su continuo servicio, sin quejarse o criticar, respondiendo a las dificultades «siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera».

El Papa Francisco también recomendó imitar la constante entrega del Beato a la misericordia divina, a la cual confiaba sus limitaciones y por la que que se esforzaba en inculcar a sus hijos espirituales el recurso frecuente al sacramento de la Confesión. Esa apertura a misericordia de Dios permite descubrir «un amor que no humilla, ni hunde en el abismo de la culpa, sino que nos abraza, nos levanta de nuestra postración y nos hace caminar con más determinación y alegría», explicó.

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Unas 200 mil personas asistieron a la celebración, provenientes de 80 países del mundo. Foto: Opus Dei Information Office.

Finalmente, el Santo Padre destacó la impetración de la ayuda divina que el Beato realizaba continuamente, consciente de la necesidad de la gracia de Dios para emprender las obras que Él mismo le había encomendado. «Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos», en esto el Papa encuentra una expresión del amor a sus semejantes. «Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos. Allí nos espera el Señor. No podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás».

«¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor», describió el Papa Francisco. «De alguien que, aun experimentando sus flaquezas y límites humanos, confía en la misericordia del Señor y quiere que todos los hombres, sus hermanos, la experimenten también.

El Santo padre concluyó su mensaje animando a los fieles y sacerdotes de la Obra a «no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio» a imagen del Beato Álvaro del Portillo, quien «nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad».

Con información de Radio Vaticano.

 

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