sábado, 23 de noviembre de 2024
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Pensamiento de Juan XXIII, tema de artículo del Arzobispo de Londrina, Brasil

Londrina (Martes, 07-10-2014, Gaudium Press) En su más reciente artículo, Mons. Orlando Brandes, Arzobispo de Londrina, en el estado de Paraná, Brasil, escribió sobre algunos pensamientos de San Juan XXIII. Papa y ahora santo, San Juan XXIII tenía como lema era «obediencia y paz». Para el Prelado, la santidad fue el secreto de la bondad del santo.

El Arzobispo de Londrina recuerda la siguiente frase del santo: «Mi grandeza consiste en hacer la voluntad de Dios. La clave y el fundamento de la vida espiritual es hacer la voluntad de Dios, aceptando renuncias, sacrificios, humillaciones, pérdidas y las cosas más repugnantes. Mi lema, mi empresa, mi plan espiritual es: obediencia y paz. Es la conformidad con la Divina Providencia. Eso me trae paz. La voluntad de Dios es nuestra paz».

Otro pensamiento presente en el espíritu San Juan XXIII era que él no era nada, no tenía nada, no valía nada, y por eso mismo quería caminar en la simplicidad y la pureza. «Ser libre de honras, carreras, éxito, prestigio. La simplicidad me da paz, porque la paz y la simplicidad andan juntas. La simplicidad me hace confiar en la misericordia de Dios. Siento con eso la paz interior que es el máximo de los bienes. La paz y el bien indican el éxito de una vida feliz», afirmaba el santo.

Él también creía, según Mons. Brandes, que su obligación, su deseo, su tarea principal era la de ser santo. «Esta es mi ocupación diaria, serena y tranquila. Recuerdo eso desde el abrir los ojos al despertar, hasta cerrarlos en el sueño de la noche», decía Juan XXIII. El prelado además destacó que tenía serenidad y paz, constancia e intransigencia, desconfianza de sí mismo y comunicación afectiva ininterrumpida con Dios, y que quería ser libre del egoísmo, de la centralización, del apego y de las pasiones.

«Me siento libre de aceptar la salud o la enfermedad, la vida o la muerte, la honra o la humillación. Quiero despojarme de todo. Oh feliz simplicidad. Recibí la gracia de no desear honras, cargos, prestigio. Eso me da paz, me ayuda a cumplir mi deber, abrirme a la humillación y a sufrir para la gloria de Dios. Asumo mi misión con temor y temblor porque soy frágil y lábil. Me esfuerzo para que haya un solo palpitar de mi corazón con el corazón de Jesús», anunciaba San Juan XXIII.

Además, conforme el Arzobispo, el santo colocaba su vida sobre cinco pilares: ver a Dios en todas las cosas; vivir en los brazos de la Providencia y bondad de Dios; vivir la caridad con inagotable paciencia; aceptar con alegría los sacrificios; vivir para la gloria de Dios y participar de la gloria de la vida eterna.

Mons. Brandes resalta también que San Juan XXIII cultivaba una amistad familiar con Jesús, y esta amistad ligaba su corazón a Jesús. «No sois mis empleados, sois mis amigos» (Jn 15,15). De acuerdo con el santo, la amistad con Jesús no hace ruido exterior, es una difusión de amistad y paz que transpira por toda la persona. Él decía que esta amistad domina las pasiones, da una gentileza extraordinaria, una fineza en el actuar.

El último pensamiento del santo, recordado aquí por el Prelado, es este: «Los diez mandamientos y las ocho Bienaventuranzas son nuestros dos brazos para abrazar a Dios, los hermanos y el mundo. Soy viejo, pero, tengo esperanza del rejuvenecimiento de la Iglesia. Hice el propósito de ser bueno hasta el heroísmo, pues, quiero ser hermano de todos. Incluso siendo Papa yo soy siempre el mismo. Solo cambié de nombre y de vestiduras. Quiero ser santo porque antes que nada soy hijo de Dios». (FB)

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