domingo, 24 de noviembre de 2024
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México celebra Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Juquila

Santa Catarina de Juquila-Oaxaca (Viernes, 10-10-2014, Gaudium Press) «La fiesta por la coronación de la Imagen de la Virgen María, es una manifestación de amor hacia Ella; un amor que se ha de traducir en amor también a los hermanos. Es una celebración que debe movernos a poner a Dios en el centro y desde Él y en Él, a poner a María como eje de nuestra propia vida, de nuestro hogar y de la sociedad, imitándola y siguiéndola, como ‘modelo y guía en el camino de la fe’. El gesto de la coronación es la expresión de amor y cariño que nos congrega en torno a Ella como una corona humana que la aclama como Reina y la acoge como Madre, pero es también compromiso a trabajar sin descanso a favor de la paz y la reconciliación», éstas fueron parte de las palabras que dirigió Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México, a los miles de fieles que se dieron cita el pasado miércoles 8 de octubre, en el cerro de «El Azufre, en Santa Catarina de Juquila, Oaxaca, México, para presenciar la histórica Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Juquila.

Presidida por el representante del Papa en el país latinoamericano, la Santa Misa de coronación llenó de alegría a la multitud, que no se quiso perder este hecho tan importante para la comunidad local, pese al difícil ambiente de violencia que se vive allí. «Lo hacemos con profundo gozo y esperanza, no obstante el dolor que nos causa la situación grave de violencia que sufrimos en el País y en Oaxaca, ante el drama humanitario de Oriente; lo hacemos uniéndonos a la invitación de su Arzobispo, Mons. Chávez Botello, y al llamado urgente del Papa Francisco a orar por la paz», dijo Mons. Pierre durante la homilía.

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La Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Juquila ocurrió el pasado 8 de octubre / Foto: viveoaxaca.org

Más adelante, el Nuncio Apostólico en México preguntó: «pero ¿qué significa coronar a la imagen de la Virgen María en circunstancias sociales y morales nada fáciles?», cuestión que de inmediato respondió: «La corona es el premio a la fidelidad, es el reconocimiento de la victoria al final del combate contra el mal; es el gozo de la llegada a la meta de la vida; es el cumplimiento de los anhelos más profundos. San Pablo, hacia el final de su vida decía: ‘He luchado el noble combate (…), he conservado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia’ (2Tm 4, 7-8). La coronación es una fiesta a la fidelidad».

Dijo que María es justamente el modelo de esa fidelidad, ya que fue «la mujer que recorrió el camino que Dios le señaló sin desviarse; la que acogió y obedeció la Palabra del Señor guardándola en su corazón y cumpliéndola con esmero. La que supo responder libremente y con todo su ser y voluntad a la elección amorosa y gratuita de Dios».

Luego, tras preguntar qué significaba coronar la imagen de la Virgen, Mons. Pierre dijo también: «Queremos que Ella reine y brille en nuestro camino como signo de consuelo y de esperanza, conscientes de que, en realidad, todo su gozo de Madre está en darnos a Cristo, en llevarnos a Jesús y en que nosotros lo acojamos de verdad. Porque María espera siempre que, al ir a Ella y al encontrarla a Ella, vayamos y encontremos también a Jesús que ofrece perdón, paz, amor y salvación. Por ello, si queremos honrar debida y verdaderamente a la Virgen María, es indispensable, mis queridos hermanos y hermanas, que abramos de par en par nuestra vida y nuestro corazón a Cristo y a su palabra de vida. Es preciso mirarlo, encontrarnos con Él, conocerle, amarle, seguirle, poner todo en relación con Él, para que Él dé vida e ilumine todo».

Al concluir la homilía, el Nuncio Apostólico exhortó a todos a imitar a María en su amor y fidelidad a Jesús: «permitamos que María sea Reina y Madre en nuestra vida. Caminemos con Ella, en comunión con la Iglesia; tengamos fe como Ella, manteniendo nuestra confianza en Dios en los momentos de prueba y sufrimiento; participemos con alegría en la Eucaristía dominical; mantengámonos firmes en la fe y en una caridad creciente, para que siendo fieles, compartamos un día, con Ella, la Victoria de su Hijo, y consigamos la corona de gloria que no se marchita».

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Con información de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

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