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Nueva York (Lunes, 20-10-2014, Gaudium Press) Los derechos de los niños son una prioridad para los estados pero son ellos infortunadamente las primeras víctimas de todos los conflictos, epidemias y desastres a causa de su natural vulnerabilidad. Sobre esta realidad la Santa Sede llamó la atención al Tercer Comité de la Asamblea General de las Naciones Unidas, recordando que los derechos de los niños deben ser protegidos desde antes de su nacimiento y que la familia es el entorno indispensable para un adecuado desarrollo de los infantes, por lo cual su promoción y protección debe ser una prioridad en las políticas.
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| Mons. Bernardito Auza, Observador Permanente ante la Santa Sede en Nueva York. Foto: Splendor of the Church. |
Además de las situaciones que dificultan el adecuado acceso a la nutrición, agua potable, educación y servicios de salud, Mons. Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede, denunció las «tragedias perpetradas por humanos», que se dirigen específicamente contra los niños. Entre ellas citó el reclutamiento de menores en guerras y actividades terrorismo, así como el abuso y la explotación en redes de tráfico humano y pornografía. También destacó entre los flagelos el hecho de que «a demasiados niños les es negado el más fundamental derecho a la vida; que la selección prenatal elimine a los bebés sospechosos de tener discapacidades y a las niñas a causa de su sexo».
«Eliminar la violencia en contra de los niños exige que los estados, gobiernos, la sociedad civil y las comunidades religiosas apoyen y permitan a la familia asumir su debida responsabilidad», declaró el Observador Permanente. Por este motivo destacó la importancia de enfocar en la familia los esfuerzos en favor del desarrollo y aprovechar lo que «esta institución primordial puede hacer para enfrentar los múltiples desafíos que amenazan el desarrollo holístico de los niños tanto en países en vía de desarrollo como en los países industrializados». Mons. Auza recordó el importante deber de los padres en la educación de sus hijos como miembros creativos de la sociedad y ciudadanos responsables, deber que significa una protección de las habilidades y capacidades de los hijos.
El prelado destacó los principios fundamentales reconocidos por la Convención sobre los Derechos del Niño como la necesidad de protección antes y después del nacimiento, el papel de la familia como entorno natural para el crecimiento y la educación de los niños y el derecho de éstos a la educación y la salud. Mons. Auza recordó cómo la Iglesia trabaja activamente en el mundo en beneficio de la niñez, «especialmente en regiones deprimidas y golpeadas por la guerra», con una participación de más de 300 mil instituciones sociales y educativas que llevan alimentación y educación a los más vulnerables, así como trabajan por la reintegración de las víctimas de la violencia «a sus familias y a la sociedad».
Con información de Vatican Information Service.
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