Ciudad del Vaticano (Jueves, 23-10-2014, Gaudium Press) El Papa Francisco recibió hoy de mañana a una delegación de la Asociación Internacional de Derecho Penal, a la que dirigió un discurso.
El Papa recordó a los juristas la necesidad de adoptar instrumentos legales y políticos que no caigan en la lógica mitológica del «chivo expiatorio» es decir del individuo acusado injustamente de las desgracias que afectan a una comunidad. Igualmente invitó a rechazar la creencia según la cual la sanción penal consigue beneficios que requerirían, en cambio, la implementación de políticas sociales económicas y de inclusión social. Asimismo, el Pontífice manifestó su rechazo a la pena de muerte, a las «ejecuciones extrajudiciales».
Hablando sobre las condiciones de los encarcelados -incluyendo a los presos sin condena y los condenados sin juicio- afirmó que la prisión preventiva, cuando se usa de forma abusiva, constituye otra forma contemporánea de pena ilícita oculta, más allá de la legalidad.
Asimismo, mencionó las deplorables condiciones en que los presos se encuentran recluidos casi en todo el orbe, las cuales se deben en ocasiones a carencia de recursos, pero en otras son el resultado del «ejercicio arbitrario y despiadado del poder sobre las personas privadas de libertad».
El Papa Francisco condenó también la tortura y otros tratos inhumanos y degradantes, afirmando que la primera se constituye en un dolor añadido a los males propios de la detención. Asimismo condenó la corrupción, «un proceso de muerte»
El Pontífice se expresó sobre algunas formas de criminalidad que hieren gravemente la dignidad de la persona y el bien común, entre ellas la trata de personas y la esclavitud, ésta última «reconocida como crimen contra la humanidad y crimen de guerra tanto por el derecho internacional como en tantas legislaciones nacionales».
«La cautela en la aplicación de la pena -concluyó- debe ser el principio regidor de los sistemas penales… y el respeto de la dignidad humana no sólo debe actuar como límite de la arbitrariedad y los excesos de los agentes del Estado, sino como criterio de orientación para perseguir y reprimir las conductas que representan los ataques más graves a la dignidad e integridad de la persona».
Con información y foto de Radio Vaticano
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