Madrid (Lunes, 27-10-2014, Gaudium Press) El pasado sábado, en una soleada mañana de un otoño que no renuncia a los aires veraniegos, 7 Cardenales, 18 Arzobispos, 49 Obispos, 1000 sacerdotes, y 5000 fieles de Madrid, Santander, Ourense, Oviedo y Valencia, se unieron a las Autoridades autonómicas de Madrid y Cantabria, para recibir con entusiasmo al nuevo Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra.
Fotos: Archimadrid.org |
Acompañado del Nuncio Apostólico del Papa Francisco y del Cardenal Manuel Monteiro de Castro, anterior Nuncio en Madrid, el nuevo Arzobispo metropolitano llegó a la puerta principal de la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, en donde le esperaba el Cardenal Arzobispo emérito y hasta ese momento Administrador Apostólico de Madrid, D. Antonio María Rouco Varela y los Obispos auxiliares Mons. Herráez Vegas, Mons. Franco Martínez y Mons. Martínez Camino, S.J.
En su primera Homilía como Arzobispo matritense D. Carlos señaló: «Al iniciar mi ministerio pastoral en Madrid, os invito a todos a acoger el amor de Dios y a regalar el amor de Dios a todos los que nos encontremos por el camino de nuestra vida. La gran novedad que nosotros hemos de entregar y presentar es a Cristo mismo, que acoge, acompaña y ayuda a encontrar la buena noticia que todo ser humano necesita y ansía en lo más profundo de su corazón. No defraudemos a los hombres en este momento de la historia, que puedan encontrar las puertas abiertas de la Iglesia, para que puedan percibir que envuelve su vida la misericordia de Dios, que no están solos y abandonados a sí mismos, que tengan la gracia de descubrir en qué consiste el sentido de una existencia humana plena, iluminada por la fe y el amor del Dios vivo: Jesucristo nuestro Señor, muerto y resucitado, presente en su Iglesia».
Reconocimiento al Cardenal Rouco
El nuevo arzobispo tuvo palabras de agradecimiento para su predecesor el Cardenal Rouco a quien agradeció: «Su entrega, sus trabajos y desvelos por hacer llegar a todos los corazones la Noticia de Jesucristo, las realidades eclesiales que con una vitalidad muy grande me entrega, pues él quiso hacer verdad que contemplaseis el rostro de Dios y del hombre manifestado en Cristo, quien ha resucitado de entre los muertos y entrega presente y futuro al ser humano y a toda la humanidad. Gracias, D. Antonio. Muchas gracias», concluyó.
Mons. Carlos Osoro nació en Castañeda, Cantabria el 16 de mayo de 1945, fue Obispo de Ourense, Arzobispo de Oviedo, y Arzobispo de Valencia hasta el 28 de agosto de este año cuando fue nombrado por el Papa Francisco como nuevo pastor de la Archidiócesis de Madrid. A sus nuevos diocesanos recordó que «somos enviados a llevar la alegría del Evangelio, la Buena Noticia que es Jesucristo, a todo los hombres: «Id por el mundo y anunciad el Evangelio a todos los hombres». Tenemos el mandato de hacer recobrar a los hombres la confianza, la esperanza, la alegría del Evangelio, el encuentro entre los hombres, construir la cultura del encuentro. Tenemos que provocar, como el Señor, en medio de la historia de los hombres esa atracción, la misma que provocó Jesucristo en el camino de Emaús. Y todo ello porque hacemos llegar y experimentar con nuestra vida y testimonio la ternura de un Dios que es amigo del hombre, que quiere al hombre, que se da por entero a todos los hombres sin excepción, para que nosotros tengamos vida. Y la Iglesia lo hace incluso cuando los hombres hemos dilapidado lo más humano que es lo más divino, nuestro ser imagen de Dios, cuando nos han robado o nos hemos dejado robar lo más nuestro por otros ídolos. Lo hemos de hacer con paciencia, sin reproches, siempre con amor, esperanza, alegría y misericordia, saliendo permanentemente a buscar a los hombres, encontrándonos con los hombres en las realidades en la que están viviendo, no en las que nosotros creemos que debieran estar. Urge regalar y mostrar a quien puede recuperar el carácter luminoso de la existencia que nos regala Jesucristo, que, cuando se apaga, todas las demás luces acaban languideciendo. Urge anunciar a Jesucristo, su amor. La verdad de un amor no se impone con la violencia, no aplasta a la persona; cuando nace del amor puede llegar al corazón, al centro de cada ser humano, la seguridad de la fe no nos hace intolerantes, sino que nos pone en el camino verdadero y hace posible el testimonio y el diálogo con todos».
¿Cuál es la misión?
Para el nuevo Arzobispo de Madrid que en la actualidad también es Vice-Presidente de la Conferencia Episcopal Española la tarea es clara y así lo dijo en la Homilía: «Esta es la misión, a esto os invito, a llevar la alegría del Evangelio, que quiere decir salir a la ciudad, ir al encuentro, hablar de Jesús, escuchar a las personas, no tener las puertas cerradas, vivir responsablemente en la calle, invitar a la conversión personal», recordando que: » No tenemos la solución para todo, pero si se prima el corazón y no se cierra, pronto hay soluciones. Hay que tener proyectos, y es imposible hacerlos desde la confrontación, desde la falta de acuerdos, desde el conflicto; se pueden hacer si cultivamos y construimos la cultura del encuentro, donde el acuerdo es más importante que el conflicto, donde la unidad tiene más fuerza que la dispersión. Estamos llamados y os invito a descubrir juntos cómo pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera, ya que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia. Seamos audaces y creativos, no caminemos solos: sabemos que el Señor va el primero; involucremos nuestra vida en todas las situaciones que viven los hombres, acompañemos y festejemos la vida. Y todo ello realizado desde la cercanía, la apertura al diálogo, la paciencia y la acogida cordial, vividas como nuestro Señor, que vino a salvar y no a condenar».
Terminada la Eucaristía y en un gesto elogiado por muchos, Mons. Carlos Osoro saludó a todos los que quisieron acercarse a felicitarle. Solo salió de la Catedral para la comida conmemorativa a las 16:30 hrs. Es decir dos horas y media después de haber terminada la Misa de ese memorable sábado.
El domingo, que era XXX Domingo de Tiempo Ordinario volvió a la Catedral para celebrar con el Cabildo la Misa dominical. También en esta Eucaristía no sobraba un asiento en el templo. Por la tarde se dirigió a un Monasterio de las Oblatas de Cristo Sacerdote, para allí con esa comunidad de vida contemplativa rezar las Vísperas.
En dos días Mons. Osoro ha mostrado su estilo, su carácter, su modo de ser. El de un Pastor firme, cercano, claro, que hace honor a su lema episcopal: «Per Christum et cum Impso et in Ipso» (Por Cristo, con ÉL y en ÉL).
Gaudium Press / José Alberto Rugeles
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