Santiago (Miércoles, 29-10-2014, Gaudium Press) Cientos de fieles participaron el domingo 26 de la ya tradicional Fiesta del Señor de los Milagros que se realizó en la Catedral Metropolitana de Santiago y que contó con la destacada presencia de la comunidad peruana presente en el país. Casaquillas moradas, velos y numerosos signos de piedad dieron vida a esta celebración que todos los años une a chilenos y peruanos en un acto de alabanza a Dios.
Con mucho fervor los devotos vivieron la Santa Misa, que fue presidida por el Obispo Auxiliar, monseñor Galo Fernández y concelebrada por el Obispo Auxiliar de Lima, Monseñor Raúl Chau. Tras el oficio religioso, los fieles acompañaron en procesión la imagen del Señor de los Milagros desde la Plaza de Armas hasta la parroquia Latinoamericana, Nuestra Señora de Pompeya.
En su homilía, monseñor Fernández destacó el carácter integrador de ceremonias como ésta: «Uno experimenta cómo la fe nos hermana y también esta experiencia que siempre tiene algo de duro, del migrante que tiene que dejar su tierra, vienen también trayendo sus dones. No solo vienen buscando un lugar donde vivir, sino que vienen ellos con la riqueza de lo que son. Es un privilegio enorme para nosotros recibirlos».
Tras el oficio religioso, monseñor Chau expresó a la prensa católica: «Realmente estoy muy emocionado de ver cómo los peruanos, mis compatriotas que han venido a este hermano país, a laborar, a emprender un futuro mejor, se sienten muy unidos en la fe, que nace de esta devoción tan querida para todos los peruanos como lo es el Señor de los milagros».
Y agregó: «Eso demuestra que estamos todos unidos y también me gusta cómo en el pueblo chileno muchos van conociendo esta devoción y se van haciendo devotos del Señor de los Milagros. Donde haya un peruano, ahí está el Señor de los Milagros».
Historia
El Señor de los Milagros tiene su origen en una pintura hecha en el Altar Mayor del Santuario de Las Nazarenas de Lima por un inmigrante angoleño, allá por el año 1651. Desde ese entonces cobró una fuerza muy importante pese a que las autoridades querían borrar esa imagen porque encontraban que era de culto pagano.
Todo eso cambió cuando las autoridades se dieron cuenta que era una pintura prodigiosa que nada ni nadie podía borrar. Luego con el terremoto de 1654, el muro donde está pintado el Señor de los Milagros permaneció estable pese a que gran parte de la ciudad quedó destruida, lo que generó una mayor devoción.
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