Frederico Westphalen (Jueves, 30-10-2014, Gaudium Press) «Una acción muy digna y noble es esta de rezar por los muertos»: Este es el título del más reciente artículo de Mons. Antônio Carlos Rossi Keller, Obispo de la Diócesis de Nuevo Hamburgo, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil. Él afirma que en una de las lecturas del Día de Finados, del libro de los Macabeos, nos habla de la costumbre de las personas piadosas de Israel de rezar por los muertos y alaba su acción. Para el Prelado, es una afirmación de la fe en la realidad de ese lugar de purificación y de la posibilidad de ayudar a los que murieron en la gracia de Dios.
Según el Obispo, apoyados en la unión de todos en Cristo, a través de su Cuerpo Místico, pueden pasar las ayudas para nuestros hermanos que sufren las penas del Purgatorio. El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, nº 211, dice que en virtud de la comunión de los santos los fieles aún peregrinos en la tierra pueden ayudar a las almas del Purgatorio ofreciendo sus oraciones de sufragio, en particular el sacrificio eucarístico, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia.
Mons. Antônio nos impulsa a vivir esta caridad para con todas las almas del purgatorio, en especial con las de nuestras familias. Él recuerda que San Agustín cuenta en el libro de las Confesiones que su madre, Santa Mónica, les pedía a él y su hermano no hacer grandes gastos con su funeral, llevando su cuerpo a su tierra, al norte de África, sino para recordarla junto al altar de Dios. Para Mons. Antônio, es una lección bien actual, pues hoy se gasta mucho dinero en flores en los funerales, que en nada pueden ayudar los difuntos, y los familiares se olvidan que podrían sufragar a sus muertos mandando celebrar misas, dando limosnas y rezando más por ellos.
«Al rezar por los que murieron avivamos la certeza de que hemos de resucitar, como recuerda el texto de los Macabeos. Avivamos también el deseo de encontrarnos con ellos en el cielo. En relación a la muerte, tenemos que guiarnos por las enseñanzas de Jesús y Su Iglesia. Son muy consoladoras las verdades de la fe y, en concreto, las que se refieren a la vida eterna y a nuestra comunión en Cristo con los que murieron», explica.
Además, el Obispo resalta que podemos ayudarlos y también recurrir a su intercesión, pues ellos pueden pedir por nosotros, porque son almas santas amigas de Dios. Conforme él, los muertos no pueden vernos como sí los santos del cielo, pero pueden conocer nuestros pedidos, y esta devoción a las almas del Purgatorio, enraizada en muchos cristianos, es una forma muy bonita de vivir la comunión de los santos, la ayuda entre todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo.
Por último, Mons. Antônio afirma que el Purgatorio no es apenas lugar de sufrimiento. Él cree que las almas sufren antes de cualquier cosa la privación de la visión de Dios, y sufren también el fuego purificador. Para el Obispo, es a través del sufrimiento que se purifican, pero gozan también de una alegría muy grande: de ser amadas por Dios y tener ya la certeza de ir al cielo.
«Pedimos a la Virgen Santísima, Nuestra Señora de la Buena Muerte, que nos ayude a pasar ya en la tierra nuestro purgatorio, aprovechando nuestros sufrimientos y nuestras buenas obras. Y a vivir mejor la fe en las verdades que hoy recordamos y la caridad hacia nuestros hermanos que partieron», concluye. (FB)
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