Ciudad de México (Viernes, 07-11-2014, Gaudium Press) Por invitación del Arzobispo y Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, la Catedral Metropolitana de México acogerá el próximo 29 de noviembre una intensa jornada de confesiones en preparación al Tiempo de Adviento que comenzará el próximo domingo 30. De acuerdo con Ricardo Valenzuela, canónico y encargado de la liturgia del templo capitalino -quien fue citado por SIAME-, estarán presentes para la ocasión unos 30 sacerdotes de la Arquidiócesis mexicana.
Según el sistema informativo de la Iglesia capitalina, el propósito de la jornada es ayudar a los fieles a iniciar el Adviento -tiempo de preparación para la Navidad- de la mano de la misericordia divina facilitando el sacramento de la reconciliación.
Tal como ha ocurrido en otras jornadas similares que han tenido lugar en la Catedral mexicana, se espera que gran cantidad de fieles aprovechen esta gracia especial y acudan al templo para recibir el perdón de Dios.
«Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre», dice el Catecismo de la Iglesia / Foto: IsraEl. |
Lo que se obtiene con el sacramento de la reconciliación
Como explica el Catecismo de la Iglesia Católica, quienes se acercan al sacramento de la penitencia y reconciliación «obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él, y al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones».
El sacramento también recibe el nombre de ‘Conversión’, porque -como prosigue el Catecismo-, «realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión, la vuelta al Padre del que el hombre se había alejado por el pecado».
Asimismo, recibe el nombre de ‘sacramento de la penitencia’ debido a que «consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador»; y ‘del perdón’, porque «por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente el perdón y la paz».
Para que el sacramento sea como tal es necesario que el penitente confiese, declare o manifieste de sus labios y ante un sacerdote los pecados cometidos. Elemento que es esencial para que el confesor, en nombre de Dios, conceda el perdón.
«Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico, que está encargado del ‘ministerio de la reconciliación’ (2 Co 5,18). El apóstol es enviado ‘en nombre de Cristo’, y ‘es Dios mismo’ quien, a través de él, exhorta y suplica: ‘Dejaos reconciliar con Dios’ (2 Co 5,20)», expone el Catecismo.
Con información de vatican.va y SIAME.
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