Ciudad del Vaticano (Martes, 09-12-2014, Gaudium Press) El Papa Francisco acudió ayer a la Plaza España, en Roma, para homenajear a la Inmaculada Concepción, en el tradicional acto que da inicio al período navideño en la Ciudad Eterna.
Virgen Inmaculada en la parroquia de Ars, Francia |
El acto de ayer, al que acudieron entre otras personalidades el Cardenal español Julián Herranz, el embajador español ante la Santa Sede Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga y el alcalde de Roma, tuvo la particularidad de un poema-oración compuesto y leido por el Pontífice para la ocasión. Antes de acudir a la Plaza, el Papa rindió homenaje a la imagen ‘Salus Populi Romani’, en la Basílica de Santa María la Mayor.
A continuación el poema-oración del Papa:
Oh María, Madre nuestra,
Hoy el pueblo de Dios en fiesta
te venera Inmaculada,
preservada desde siempre del contagio del pecado. Acoge el homenaje que te ofrezco
en nombre de la Iglesia que está en Roma
y en el mundo entero.
Saber que Tú, que eres nuestra Madre, estás totalmente liberada del pecado
nos da gran consuelo.
Saber que sobre ti el mal no tiene poder,
nos llena de esperanza y de fortaleza
en la lucha diaria que debemos realizar en contra de las amenazas del maligno.
Pero en esta lucha no estamos solos, no somos huérfanos,
porque Jesús, antes de morir en la cruz,
nos ha dado a Ti como Madre.
Nosotros, por lo tanto, a pesar de ser pecadores, somos tus hijos, hijos de la Inmaculada,
llamados a aquella santidad que en Ti resplandece
para gracia de Dios desde el inicio.
Animados de esta esperanza,
nosotros hoy invocamos tu materna protección para nosotros, para nuestras familias,
para esta Ciudad, para el mundo entero.
Que el poder del amor de Dios,
que te ha preservado del pecado original,
por tu intercesión, libere a la humanidad de toda esclavitud espiritual y material,
y haga vencer, en los corazones y en los adveniventos, el plan de salvación de Dios.
Haz que también en nosotros, tus hijos, la gracia prevalezca sobre el orgullo
y podamos llegar a ser misericordiosos
como es misericordioso nuestro Padre celestial.
En este tiempo que nos conduce
a la fiesta de la Natividad de Jesús,
enséñanos a andar a contracorriente:
a despojarnos, a abajarnos, a donarnos, a escuchar, a hacer silencio,
a descentrarnos de nosotros mismos,
para dejar espacio a la belleza de Dios, fuente de la verdadera alegría.
¡Oh Madre nuestra Inmaculada, ruega por nosotros!
Con información de Radio Vaticano
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