Ciudad del Vaticano (Viernes, 12-12-2014, Gaudium Press) «Se necesitan Pastores y fieles valientes, capaces de dar testimonio del Evangelio en una tierra afectada por conflictos», dijo el Papa Francisco al recibir esta mañana en la Sala Clementina del Vaticano al Patriarca de Antioquía de los Sirios, Su Beatitud Ignace Yaussif III Yaunan y un grupo de fieles de la comunidad siro-antioquena.
Foto: Radio Vaticano |
En su mensaje, el Pontífice no dejó de recordar el sufrimiento actual de esos pueblos, particularmente a quienes se encuentran en Irak y Siria, que «viven momentos de grandes sufrimientos y miedo ante la violencia». El Papa les manifestó que los acompañaba con su solidaridad y oraciones.
El asunto de la violencia en esas regiones, obligando a muchos cristianos a huir de sus hogares, representa un desafío pastoral «en estas tierras, tierra de los profetas, de los primeros predicadores del Evangelio, de mártires y de tantos santos, cuna de los ermitaños y de la vida monástica».
El Pontífice también hizo referencia a la razón por la cuál los representantes de la comunidad se hallan en Roma, señalando la importancia «del camino de reforma que han iniciado en cuanto se refiere a la Divina Liturgia, al servicio de la Palabra de Dios, que deberá permitir un nuevo impulso de devoción».
Finalmente el Papa los encomendó a «la protección de la Madre de Dios, de San Ignacio de Antioquía y de San Efrén».
Acerca de lo que representa la comunidad siro-católica para la Iglesia, al momento de recibir la ‘ecclesiastica communio’ de Su Beatitud Ignace Yaussif Yaunan, el Papa emérito Benedicto el 23 de enero de 2009 afirmaba:
«Desde los orígenes del cristianismo, los Apóstoles Pedro y Pablo estuvieron íntimamente ligados a Antioquía, donde por primera vez los discípulos de Jesús recibieron el nombre de cristianos (Hch 11, 26). No podemos tampoco olvidar a vuestros ilustres Padres en la fe. En primer lugar san Ignacio, Obispo de Antioquía, de quien, por tradición, los patriarcas siro-antioquenos toman el nombre en el momento de aceptar el oficio patriarcal; y san Efrén, comunmente llamado ‘el Sirio’, cuya luz espiritual continúa iluminando vivamente a la Iglesia universal. Junto a ellos, tantos otros grandes santos, hijos y pastores de vuestra Iglesia, que han ilustrado admirablemente el misterio de la salvación y en más de una ocasión, la sublime elocuencia del martirio».
Con información de Radio Vaticano
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