Roma (Lunes, 29-12-2014, Gaudium Press) El mundo conmemoró recientemente el décimo aniversario de una de las más grandes tragedias naturales de lo corrido del siglo XXI: el gran maremoto que afectó las costas del Océano Índico en 2004. Cáritas Internationalis, el organismo de atención humanitaria oficial de la Iglesia Católica, realizó su propio balance del hecho que motivó una gran participación de los católicos en las labores de atención de emergencia y reconstrucción de las regiones afectadas. «Cuando la ola del tsunami se llevó la vida de cientos de miles de personas», relató el Secretario General de Cáritas Internationalis, Michel Roy, «una ola de solidaridad sin precedentes, que la historia de la humanidad nunca había conocido, se desplegó sobre el sufrimiento de la gente».
El antes y después de las labores de reconstrucción en Aceh, Sumatra, ejemplificado en un hospital. Foto: Cártias Internationalis. |
El Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, Presidente de Cáritas Internationalis, expresó su satisfacción por el trabajo realizado en beneficio de los numerosos afectados. «Mirando hacia atrás, hemos logrado dar a las víctimas sus debidos derechos, en un espíritu de promoción de la dignidad y del respeto de las aspiraciones de los que perdieron todo», describió. «Aunque nunca podemos deshacer la pérdida de los seres más queridos, como familia hemos expresado la compasión y el amor a los que sufren, a fin de ayudarles a recuperar la esperanza en el futuro».
Una gran labor de recuperación
Según los cálculos de Cáritas, la Iglesia atendió cerca de un millón de personas afectadas por el desastre en los primeros meses después de la tragedia y los planes de rehabilitación y desarrollo llevados a cabo en las regiones de forma posterior significaron inversiones de más de 390 millones de euros (más de 476 millones de dólares). La organización caritativa católica financió la construcción de 33 mil viviendas para las familias damnificadas y permitió a través de sus programas «recuperar los medios de vida de 85.000 personas», reportó el organismo.
«En los cuatro países afectados por el desastre, Cáritas puso sus capacidades profesionales y su experiencia al servicio de los damnificados para llevar una respuesta rápida al sufrimiento», continuó su relato Michel Roy. «Estábamos cumpliendo con la misión de ser testigos de un amor incondicional por los afectados». El lugar más golpeado por las aguas fue la provincia de Aceh en Sumatra con más de 160 mil muertes y una devastación total. «El maremoto me dejó sin nada», relató a Cáritas un joven sobreviviente, Matakin. «La ola me arrancó las ropas y la casa, y todo lo que me quedó en este mundo fue un anillo en el dedo y los pantalones cortos que llevaba puestos». El joven vive hoy en una casa provista por Cáritas, estableció un taller de carpintería y mantiene a través de sus labores a su esposa y su hijo. «El pueblo de Lamlumpu ha recuperado la vida», indicó.
La recuperación de la autosuficiencia de los habitantes fue uno de los objetivos de Cáritas en la región, impulsando con programas de ayuda a las familias la restauración de las labores y la economía locales. «Antes del tsunami, vendíamos nuestro pescado en la calle», relató Jahrinal, una beneficiaria. «Ahora tengo una tienda en el mercado, puedo proteger mis productos del sol y la lluvia, y mis clientes saben dónde encontrarme». La Iglesia también apoyó la labor de reconstrucción de centros educativos y hospitales. Por ejemplo, la escuela YKA en Banda Aceh, perdió a 570 de sus 600 alumnos y 43 maestros en el desastre, además de los daños físicos. «La escuela quedó destruida; todo lo que podías ver era el mar», comentó uno de los profesores. Con la ayuda de Cáritas, la institución fue reconstruida y abrió sus puertas en 2008 para llegar a convertirse en uno de los mejore centros educativos de la localidad.
Las labores de Cáritas no sólo permitieron aliviar el sufrimiento ocasionado por el desastre, sino que buscan prevenir nuevas tragedias, ya que contribuyeron a formar a la población en las habilidades de prevención de eventos adversos. «Todo ese trabajo se ha realizado respetando las tradiciones culturales de cada una de las zonas y apoyándose en los conocimientos de las propias comunidades y la economía local», destacó la organización.
Con información de Cáritas Internationalis.
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