Toronto (Martes, 30-12-2014, Gaudium Press) El Año Nuevo católico está dedicado por la Liturgia a la celebración de la Solemnidad de María, Madre de Dios. En otros tiempos se conmemoraba la fecha en que Cristo fue circuncidado y recibió el nombre de Jesús y el día se asocia como es natural al cambio de calendario y lo que esto significa en la vida cotidiana de las personas. Para el Padre Thomas Rosica, Director Ejecutivo del canal católico canadiense Salt and Light, esta diversidad de celebraciones no es incoherente, sino que expresa la riqueza de la experiencia de la fe, en la cual encuentran unidad y significado las diversas tradiciones.
La estrecha relación de la Santísima Virgen María y el su Hijo Jesús, Dios verdadero, es motivo de reflexión al inicio del año. Foto: BlueKDesign. |
«El Año Nuevo cristiano se celebra en enero 1, una semana después de Navidad», introdujo el P. Rosica en el blog del canal televisivo. «Podríamos decir que esta fiesta es rica en nombres, significado y misión». El primer aspecto de esta fiesta es que se encuentra en la Octava de Navidad, tiempo especial de celebración por el Nacimiento de Jesús. Sobre la antigua fiesta de la Circuncisión del Señor o del Santo Nombre de Jesús, el P. Rosica recordó que este momento de la vida de Cristo fue muy significativo. «En la antigüedad y en las Escrituras, es una creencia común que el nombre dado a una persona no era simplemente una etiqueta, sino parte de la personalidad de quien lo lleva», comentó. El nombre de Jesús tiene por tanto fuerza y poder , y es en su nombre que los discípulos oran a Dios. «Creer en el nombre de Jesús es creer en Él como Cristo, el Hijo de Dios (…). Proclamar este nombre es salvación».
Por su parte, la Santísima Virgen recibe el nombre de María, que podría porvenir etimológicamente de la palabra «amada» y a través de su obediencia se convirtió en quien introduce a la humanidad a la bondad de Dios. Ella, la «Hija de Sión», es «Madre tanto del Mesías como del nuevo Pueblo de Dios: la persona individual y la totalidad del pueblo estando muy unidas, en línea con las estructuras culturales de Israel», expuso el sacerdote. María expresó el sí que puso en marcha el plan de Dios para la redención, y renovó su significado a cada paso de su vida, debiéndolo llevar a su plenitud junto a la cruz de su hijo. «No hay salvación por otro nombre que el de Jesús, pero a través de esta mujer, María, tenemos el consentimiento de la humanidad a la salvación», comentó el P. Rosica. «Los santos nombres de Jesús y de María están unidos de un modo muy especial».
A estas celebraciones se suma la intención de la Iglesia de la oración por la paz en una Jornada Mundial especialmente dedicada, y que reconoce en Dios el origen de la paz, que llegará a través del trabajo por la edificación del Reino de Dios. «Al inicio del Año Nuevo de la gracia, quiera Dios concedernos un sentido mayor de la santidad de los nombres de Jesús y de María», concluyó el P. Rosica. «Que Dios nos envíe a la misión, a ser instrumentos y agentes de la paz».
Con información de Salt and Light.
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