domingo, 24 de noviembre de 2024
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La Virgen "abre la vía de la maternidad de la Iglesia", afirmó el Papa

Ciudad del Vaticano (Viernes, 02-01-2015, Gaudium Press) Ayer, en la fiesta de Santa María Madre de Dios, el Papa Francisco celebró misa en la Basílica vaticana. En su homilía habló de la relación de la Virgen con su Divino Hijo, y de la relación de Cristo con la Iglesia.

Recordó el Papa la bendición de Isabel sobre la Virgen encinta »¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?» y dijo que esa salutación se inserta en la línea de la bendición sacerdotal dada por Dios a Moisés: »El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz». La Virgen es la primera destinataria de esta última bendición, «pues ninguna otra criatura ha visto brillar sobre ella el rostro de Dios como María, que dio un rostro humano al Verbo eterno, para que todos lo puedan contemplar».

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Virgen de Araceli, Monasterio Madre de Dios, Baena, España

La Virgen está íntimamente unida a Jesús, porque «la carne de Cristo, que es el eje de la salvación (Tertuliano), se ha tejido en el vientre de María». Además, el Señor le dio «el conocimiento del corazón, el conocimiento de la fe, alimentada por la experiencia materna». Fue a través de Ella que «eligiendo la vía humilde de la existencia humana, entró personalmente en el surco de la historia de la salvación». De forma análoga «Cristo y la Iglesia son igualmente inseparables, y no se puede entender la salvación realizada por Jesús sin considerar la maternidad de la Iglesia».

«En efecto, la Iglesia, la gran familia de Dios, es la que nos lleva a Cristo (…).¿Dónde lo podemos encontrar? Lo encontramos en la Iglesia. Es la Iglesia la que dice hoy: »Este es el Cordero de Dios»; es la Iglesia quien lo anuncia; es en la Iglesia donde Jesús sigue haciendo sus gestos de gracia que son los sacramentos. Esta acción y la misión de la Iglesia expresa su maternidad. Ella es como una madre que custodia a Jesús con ternura y lo da a todos con alegría y generosidad. Ninguna manifestación de Cristo, ni siquiera la más mística, puede separarse de la carne y la sangre de la Iglesia, de la concreción histórica del Cuerpo de Cristo».

La Iglesia da la plenitud de la bendición dándonos a Cristo, enfatizó el Pontífice. La Virgen es la «que abre esta vía de la maternidad de la Iglesia y sostiene siempre su misión materna dirigida a todos los hombres. Su testimonio materno y discreto camina con la Iglesia desde el principio. Ella, la Madre de Dios, es también Madre de la Iglesia y, a través de la Iglesia, es Madre de todos los hombres y de todos los pueblos».

El Papa concluyó su homilía pidiendo a la Madre de Dios que «nos obtenga la bendición del Señor para toda la familia humana», y que particularmente consiga del Señor el don de la paz.

Con información de Radio Vaticano

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