jueves, 21 de noviembre de 2024
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En la Homilía de la Epifanía, el Papa habla de lo que representan los Magos de Oriente para la humanidad

Ciudad del Vaticano (Martes, 06-01-2015, Gaudium Press) En su homilía en la Basílica de San Pedro hoy con ocasión de la Epifanía del Señor, el Papa Francisco habló de cómo los Magos penetraron en el misterio del Dios encarnado.

Primero el Pontífice destacó que el viaje de estos personajes de Oriente era signo de la universalidad de la salvación que venía a traer Jesús: «Ese Niño, nacido de la Virgen María en Belén, vino no sólo para el pueblo de Israel, representado en los pastores de Belén, sino también para toda la humanidad, representada hoy por los Magos de Oriente».

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Foto: Radio Vaticano

Los magos, «son los primeros de esa gran procesión de la que habla el profeta Isaías en la primera lectura (cf. 60,1-6)», dijo el Papa. En el texto de Isaías claramente se afirma que Luz que vendrá al pueblo de Israel atraerá a sí a todas las naciones: «¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor» (Isaías, 60, 1-6).

Esa «procesión» de los pueblos, representados por los magos, «no se ha interrumpido jamás», procesión «que en todas las épocas reconoce el mensaje de la estrella y encuentra el Niño que nos muestra la ternura de Dios», expresó el Pontífice.

Los magos representan también a los hombres que con sincero corazón procuran la verdad: «Según la tradición, los Magos eran hombres sabios, estudiosos de los astros, escrutadores del cielo, en un contexto cultural y de creencias que atribuía a las estrellas un significado y un influjo sobre las vicisitudes humanas. Los Magos representan a los hombres y a las mujeres en busca de Dios (…)Los Magos nos indican el camino que debemos recorrer en nuestra vida. Ellos buscaban la Luz verdadera: ‘Lumen requirunt lumine’, dice el himno litúrgico de la Epifanía, refiriéndose precisamente a la experiencia de los Magos; ‘Lumen requirunt lumine’. Siguiendo una luz ellos buscan la luz. Iban en busca de Dios. Cuando vieron el signo de la estrella, lo interpretaron y se pusieron en camino, hicieron un largo viaje», reflexionó el Papa Francisco.

Los magos fueron a buscar al Mesías en el Palacio del Rey, pero ahí no lo hallaron. Entretanto, guiados por la voz de la Escritura que decía que «Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel» (Mt 2, 6), se dirigieron a la Ciudad de David. Allá «guiados por el Espíritu», los Magos ven al Dios encarnado «que nos habla en la humildad de su amor. ¿El amor de Dios es grande? ¡Sí! Pero el amor de Dios es humilde, ¡muy humilde! De ese modo, los Magos son modelos de conversión a la verdadera fe porque han dado más crédito a la bondad de Dios que al aparente esplendor del poder», expresó el Papa.

Jesús en el pesebre «el camino del anonadamiento de Dios, aquella humildad de amor de Dios se baja, se aniquila, de su gloria escondida en el pesebre de Belén, en la cruz del Calvario, en el hermano y en la hermana que sufren».

El Papa deseó para todos «que tengamos siempre la inquietud de preguntarnos, ¿dónde está la estrella?, cuando, en medio de los engaños mundanos, la hayamos perdido de vista. Que aprendamos a conocer siempre de nuevo el misterio de Dios, que no nos escandalicemos de la ‘señal’, de la indicación, aquella señal dicha por los Ángeles: «un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12), y que tengamos la humildad de pedir a la Madre, a nuestra Madre, que nos lo muestre. Que encontremos el valor de liberarnos de nuestras ilusiones, de nuestras presunciones, de nuestras «luces», y que busquemos este valor en la humildad de la fe y así encontremos la Luz, Lumen, como han hecho los santos Magos. Que podamos entrar en el misterio».

Con información de Radio Vaticano

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