Ciudad del Vaticano (Viernes, 09-01-2015, Gaudium Press) El Papa Francisco meditó en la misa en la Casa Santa Marta sobre cómo se engendra un «corazón de piedra» y como se vuelve a tener un «corazón de carne».
Foto: Radio Vaticano |
Se puede tener un corazón de piedra a causa de «experiencias dolorosas», como por ejemplo sucedió a los discípulos de Emaús, que no querían ilusionarse «otra vez», o a Santo Tomás Apóstol, que dudó en la resurrección del Señor. Hay otra causa del endurecimiento del corazón que es el orgullo:
«Hacer un mundo en sí mismo, cerrado. En sí mismo, en su comunidad o en su parroquia, pero siempre cerrazón. Y la cerrazón puede girar en torno a tantas cosas: pensemos en el orgullo, en la suficiencia, pensar que yo soy mejor que los demás, también en la vanidad, ¿no? Existen el hombre y la mujer espejo, que están encerrados en sí mismos para verse a sí mismo continuamente, ¿no? Estos narcisistas religiosos, ¿no? Tienen el corazón duro, porque están cerrados, no están abiertos. Y tratan de defenderse con estos muros que crean a su alrededor».
En sentido contrario, el Espíritu Santo da la libertad de los hijos de Dios: «Es sólo el Espíritu Santo quien mueve tu corazón para decir ‘Padre’. Sólo el Espíritu Santo es capaz de disipar, de romper esta dureza del corazón y hacer un corazón… ¿blando?… No sé no me gusta la palabra… ‘Dócil’. Dócil al Señor. Dócil a la libertad del amor».
Con información de Radio Vaticano
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