Colombo (Martes, 13-01-2015, Gaudium Press) El Cardenal Malcom Ranjith, arzobispo de Colombo, habló recientemente con el diario Avvenire sobre diversos temas relacionados con la visita del Papa Francisco que se está desarrollando en Sri Lanka. Por ejemplo del tema de la canonización del Beato Joseph Vaz.
«La belleza del ejemplo del Beato y ahora Santo Joseph Vaz está en el hecho que fue un misionero cuyo corazón ardía de amor por el Señor y por el bien espiritual de los católicos de nuestro País y estuvo dispuesto a arriesgar todo por ellos. Conocedor de las persecuciones a las que estaban expuestos los católicos en la otrora isla de Ceilán por parte de los dominadores holandeses -había pena de muerte para los cristianos fieles a Roma en el área por ellos controlada- se decidió ir en su ayuda. En el área de Kandy fue arrestado por el rey local, quien lo liberó dos años después impactado por su santidad. Vaz siguió la vía de la simplicidad y del desapego de todo. Fue siempre optimista, aprendió las lenguas y la cultura de lugar, y testimonió la fuerza del amor de Dios que refulge en la debilidad del hombre», expresó el purpurado.
Acerca de la próxima visita del Papa al Santuario de Madhu, el Cardenal destacó el cuño mariano de la fe de los católicos del país. «Los católicos de Sri Lanka son profundamente ligados a la Bienaventurada Virgen María. (…) La figura de la Madre de Dios atrae no solo a los católicos. La estatua milagrosa de Nuestra Señora de Madhu es considerada sagrada por los habitantes independientemente de su pertenencia religiosa, de tal manera que un poco todos visitan el Santuario. Por tanto eso une también a los cingaleses y los tamiles y ha contribuido a un mejor conocimiento recíproco entre los dos principales grupos étnicos. Nuestra Señora de Madhu tiene un valor enorme para un verdadero proceso de reconciliación en nuestro país, después de 30 años de desastroso conflicto étnico».
Sobre la vocación de una Iglesia como la de Sri Lanka con relación a todo el continente asiático el Cardenal Ranjith afirmó que, teniendo en cuenta el espíritu profundamente religioso de los orientales, «el pequeño rebaño de católicos puede ayudar al alma religiosa de Asia a ser fermento de todo lo demás. Es un reto que debe ser abrazado, como hizo San Pablo hizo con los filósofos atenienses».
Con información de Avvenire
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