Colombo (Jueves, 15-01-2015, Gaudium Press) «Sólo cuando llegamos a entender, a la luz de la Cruz, el mal del cual somos capaces y del cual hemos sido parte, podemos experimentar el verdadero arrepentimiento», explicó el Papa Francisco a los presentes en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Madhu, Sri Lanka, un lugar de gran significado por las heridas de un conflicto armado de 26 años de duración. «Sólo entonces podemos recibir la gracia de acercarnos el uno al otro en contrición auténtica, ofreciendo y buscando verdadero perdón».
El Papa encomendó a la Santísima Virgen la conversión y reconciliación del pueblo de Sri Lanka. Foto: Centro Televisivo Vaticano. |
Este extracto de la predicación papal, que exhibe un profundo arraigo en la doctrina de la Iglesia, puede iluminar el camino que numerosas sociedades deben recorrer para superar los conflictos pasados y presentes alrededor del mundo. Algunos de los asistentes a este acto del viaje apostólico del Santo Padre en efecto habían experimentado en persona los estragos de la guerra, perteneciendo a familias que perdieron varios de sus miembros durante los ataques. El Santuario en el cual fueron pronunciadas las palabras fue un auténtico refugio durante las hostilidades, si bien en 2008 se tuvo que retirar la imagen de la Santísima Virgen para protegerla del fuego cruzado. En 2009, la venerada imagen pudo regresar después del final del conflicto. El Papa coronó la estatua de la Santísima Virgen y colgó un Rosario en su cuello, como parte de un encuentro de oración en el cual se recitaron oraciones en tamil y cingalés, lenguas de las etnias enfrentadas.
Arrepentimiento y Perdón
Las palabras del Papa han sido destacadas por diversos medios de comunicación internacionales y gracias a esta alocución muchas personas tendrán un primer contacto con un elemento importante de la enseñanza moral de la Iglesia sobre la forma de alcanzar la reconciliación. Dios, «rico en Misericordia», como lo describe San Pablo en la Carta a los Efesios, nos llama a perdonar las ofensas y obtener de esta manera el perdón para los propios pecados, pero también pone como condición al penitente que busca el perdón la auténtica intención de cambiar de vida. «El arrepentimiento y el perdón están unidos en la Iglesia», explicó el Arzobispo de Melbourne, Australia, Mons. Denis Hart, en un artículo sobre el sacramento de la Confesión en su blog personal, Hartbeat.
«No llamamos a las personas al arrepentimiento sin asegurarles al mismo tiempo la promesa de la misericordia de Dios», agregó el Prelado. «Pero tampoco proclamamos un perdón que no llame a una profundo y radical cambio de corazón. Por el poder del Espíritu de Dios, el arrepentimiento lleva al perdón». El sacrificio de Cristo es la fuente de la libertad del hombre de la esclavitud del pecado y es de Cristo de quien la Iglesia recibe el poder para perdonar las faltas a través del Bautismo y la Confesión. El arrepentimiento y la búsqueda de perdón es un acto de confianza en el poder de Dios y de esperanza en su misericordia. «El arrepentimiento real requiere valentía», destacó el Arzobispo.Cuando nos arrepentimos de manera honesta, explicó, nos enfrentamos a «nuestras falsas seguridades y nuestras inseguridades reales».
La Sagrada Escritura contiene numerosos llamados al arrepentimiento, muchos de ellos como condición para evitar el castigo de Dios o para obtener grandes bendiciones. El propio Jesús dio inicio a su predicación con el anuncio que Juan el Bautista empleaba para preparar su llegada: «¡Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos está cerca!» (Mt 3, 2 y Mt 4, 7). «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia» (Mc 1, 15). En este llamado resuenan las palabras de Dios a Salomón cuando aceptó el templo que el rey había construido en su honor: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra».
El Papa Francisco, tras exponer una aplicación inspiradora y práctica de las enseñanzas de la Iglesia sobre la conversión en el contexto de la reconstrucción social, encomendó esta desafiante tarea a la protección de la Santísima Virgen, a quien suplicó guiar la nación «a una mayor reconciliación, de manera que el bálsamo del perdón y la misericordia de Dios traigan verdadera sanación a todos». Recordando el retorno de la imagen mariana al final de la guerra, oró para que, de la misma forma, «todos sus hijos e hijas srilanqueses vuelvan a casa a Dios en un renovado espíritu de reconciliación y fraternidad».
Con información de News.va y Arquidiócesis de Melbourne.
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