Nuevo Hamburgo (Miércoles, 21-01-2015, Gaudium Press) El Obispo de la Diócesis de Nuevo Hamburgo, en Brasil, Mons. Zeno Hastenteufel, habla en su artículo semanal que en estos días el calendario litúrgico de la Iglesia Católica celebra los grandes mártires del mes de enero: ayer día 20, San Sebastián; hoy, día 21, Santa Inés, y mañana 22, San Vicente Mártir. Por la importancia de estos santos, a ellos aludió.
Recuerda el Prelado, San Sebastián era un joven oficial del Ejército romano, que trabajaba en la guardia personal de Augusto Maximiano, en Milán, Italia. Él resalta que, acusado de ser cristiano, San Sebastián habría conquistado la libertad si ofreciese culto a los dioses y si hubiese abandonado la religión, pero murió mártir por su fidelidad a Jesucristo, a la Iglesia y a su compromiso de vida cristiana, a principios de 304.
Con relación a Santa Inés, el Obispo destaca que ella era romana de nacimiento; no se dejó seducir por los falsos dioses, ni por el hijo del propio prefecto de Roma. Conforme él, a los 16 años fue expuesta al martirio y profesó públicamente su fe. Acabó muriendo decapitada junto a la calle Nomentana donde está su gran basílica, hasta hoy, en Roma. «Este heroísmo de una joven mártir fue comentado por el Papa Dámaso, por San Ambrosio y por el escritor Prudencio», completa.
San Vicente Mártir, a su vez, era español. De acuerdo con Mons. Zeno, en torno del año 304, trabajaba en Zaragoza, como diácono del Obispo Valerio, ya de edad y muy gago, y quien hablaba en lugar del obispo era siempre el diácono Vicente. El Prelado resalta que un día el viejo obispo fue acusado de no ofrecer sacrificio a los dioses, siendo llamado al tribunal de Valencia, presidido por el propio gobernador.
«Se presentó acompañado de su diácono. Allí el gobernador comenzó a explicar al viejo Obispo que, para vivir, bastaría ofrecer un sacrificio a los dioses y quemar unos granos de incienso y ya podrían ir a casa. Mons. Valerio hizo señal al diácono para que hablase: ‘Nosotros preferimos morir a ceder un palmo, en nuestras profundas convicciones’. Entonces soltaron al Obispo, pero con toda la furia se lanzaron sobre el diácono que fue bárbaramente asesinado», cuenta Mons. Zeno.
Por último, el Obispo destaca que la Iglesia nos recuerda la fidelidad de estos mártires, que no ceden y no cambian de religión, ni aunque tuvieran que enfrentar los peores sufrimientos y el martirio.
Recuerda el prelado que el Evangelio de este domingo nos coloca delante de las escenas iniciales de la vida pública de Jesús: es él formando su grupo, es aquella gran luz que ilumina como nunca se vio antes.
«Él entonces va a las márgenes del Mar de Galilea y ahí escoge modestos pescadores. Los primeros son Andrés y Simón, Santiago y Juan. Son dos duplas de hermanos. Parece que él quiere mostrar cómo es importante tener una buena familia. No eran letrados, ni exponentes en nada. Vale aquel pensamiento: ‘Él no escoge los más capaces, sino que él capacita a sus escogidos’. Él apenas dice: ‘Sígueme y yo haré de vosotros pescadores de hombres’.
Es nuestra tarea hasta los días de hoy. Nos cabe pescar hombres y llevarlos a Jesucristo», concluye. (FB)
Deje su Comentario