viernes, 22 de noviembre de 2024
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En el Ángelus, el Pontífice trató sobre la sed del hombre que sólo sacia Jesús

Ciudad del Vaticano (Lunes, 26-01-2015, Gaudium Press) Acompañado de miles de fieles el Papa Francisco rezó el Ángelus en la Plaza de San Pedro. También el Pontífice ofreció a los asistentes la tradicional reflexión previa. En ella el Papa meditó el Evangelio del día, que recuerda el arresto del Bautista, quien «anunciaba la venida del Reino de Dios», y que describe el inicio del recorrido de Jesús por su tierra para llevar a todos el «Evangelio de Dios».

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Foto: Radio Vaticano

«El anuncio de Jesús es similar al de Juan, con la diferencia sustancial de que Jesús ya no indica más otro que está por venir: Jesús es Él mismo el cumplimiento de las promesas, Él mismo la ‘buena noticia’ que hay que creer, recibir y comunicar a los hombres y mujeres de todos los tiempos, para que también ellos confíen a Él su existencia. Jesucristo en persona es la Palabra viva y la Palabra operante en la historia: quien lo escucha y lo sigue entra en el Reino de Dios», afirmó el Papa.

Es Jesús verdaderamente el «cumplimiento de las promesas divinas porque es Aquel que dona al hombre el Espíritu Santo, el ‘agua viva’ que sacia nuestro corazón inquieto, sediento de vida, de amor, de libertad, de paz: sediento de Dios. ¡Cuántas veces sentimos o hemos sentido, nuestro corazón sediento! Él mismo lo reveló a la mujer samaritana, encontrada en el pozo de Jacob, a quien dijo: ‘Dame de beber’ (Jn. 4,7)», continuó el Pontífice. El Papa Francisco recordó que esta última expresión evangélica fue el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que concluyó ayer, y esto fue ocasión para pedir al Señor por que se alcancen sus fines.

El Papa continuó con el tema de la sed de Dios que habita en todo hombre, agregando que el propio Dios «haciéndose hombre», hizo suya la sed de los hombres, «la sed de una vida plena, de una vida libre de la esclavitud del mal y de la muerte». «Así, en el corazón de Cristo se encuentran la sed humana y la sed divina».

Con información de Radio Vaticano

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