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"Somos libres y tenemos nuestra marca de cristianos", dice el Obispo de Nuevo Hamburgo, Brasil

Nuevo Hamburgo (Jueves, 29-01-2015, Gaudium Press) El mensaje de este cuarto domingo del tiempo común, de acuerdo con el articulo semanal del Mons. Zeno Hastenteufel, Obispo de la Diócesis de Nuevo Hamburgo, en Brasil, nos lleva a pensar sobre la seriedad de nuestro encuentro dominical, en la Eucaristía, con Jesucristo vivo y resucitado.

1.jpgÉl explica que Jesús era un fiel cumplidor de la ley del sábado, y que en el día sábado, el Señor entró en la sinagoga y comenzó a hablar. En verdad, según el Prelado, el pueblo de Israel, en el tiempo de Jesús era muy fiel a la participación en la sinagoga. «Fue uno de los frutos recogidos en el largo cautiverio de Babilonia. Fue allá, en aquellos tiempos difíciles, lejos de la tierra y del templo, el pueblo creó sus sinagogas y ellas eran muy frecuentadas en los días de sábado», completa.

Entretanto, Mons. Zeno afirma que los cristianos, desde el primer siglo del cristianismo, transfirieron el día de encuentro con el Señor para el «día después del sábado». Así, el recuerda que nosotros leemos en una carta de Plínio el Joven, Gobernador del Ponto y de Bitinia, al Emperador Trajano, en el año 110: «Aquí los cristianos son muy numerosos, pertenecen a todas las clases sociales, son trabajadores y son honestos y pagan los impuestos de sus préstamos. La única cosa que ellos hacen de diferente es: ellos se reúnen en domingo de madrugada, para ofrecer un culto a un cierto Cristo, ya muerto y que ellos dicen estar vivo. Ellos lo veneran como si fuese un Dios».

«Es claro que ellos se reunían de madrugada, porque aquel día después del sábado era llamado de ‘primera feria’, esto es, era día de trabajo. Los cristianos también trabajaban. No querían atrasarse en el servicio, pero ellos querían también celebrar la ‘pascua semanal’, como la llamaban, por ser este el día de la Resurrección del Señor», destaca el Obispo.

Además conforme el Prelado, cuando en el año 304, estas reuniones en común fueron terminantemente prohibidas y los que participaban eran condenados a muerte, aconteció un caso muy curioso en el norte de África, en Cartago. Él resalta que 49 adultos estaban reunidos en el sótano de una casa, celebrando la Eucaristía, cuando fueron denunciados y arrastrados al tribunal, y, allá, delante del juez, un tribuno asumió la defesa del grupo y dijo: «No conseguimos vivir nuestra fe, sin esta celebración semanal de la Pascua del Señor. Este es nuestro alimento fuerte, que nos sustenta durante toda la semana. Nosotros precisamos de este pan sagrado y por el estamos dispuestos a morir». Mons. Zeno nos enseña que ellos son hoy conocidos como los 50 mártires de Cartago.

Por último, el Obispo recuerda también que, en el año 321, el Emperador Constantino mudó la legislación romana, instituyendo el «Dies Domini», o en nuestra lengua, el Domingo, el Día del Señor, día en que no se trabaja, para que todos los cristianos puedan cumplir su deber dominical, renovar su pascua semanal y buscar el alimento fuerte, indispensable para vivir una semana entera, en un mundo más una vez tan pagano y consumista.

«Gracias a Dios, hoy no es prohibido participar. No precisamos reunirnos de madrugada, ni precisa ser en el sótano de las casas. Somos libres y tenemos allí nuestra marca de cristianos», concluyó. (FB)

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