sábado, 23 de noviembre de 2024
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En la misa de la Jornada por la Vida Consagrada, el Papa habla de la obediencia y la sabiduría

Ciudad del Vaticano (Lunes, 02-02-2015, Gaudium Press) Desde que San Juan Pablo II la instituyó en 1997, todos los 2 de febrero la Iglesia universal celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Hoy, esa celebración tuvo una nota de mayor relieve, pues este es el Año que el Papa Francisco señaló como conmemorativo de aquellos que han entregado su vida a Dios en el estado de perfección evangélica. Este año se vive la XIX Jornada, coincidiendo con la Fiesta de la Presentación de Jesús, que fue tema también de la prédica del Papa Francisco en la Basílica Vaticana.

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El Papa invitó a los fieles en la Basílica de San Pedro a visualizar un cuadro: «Pongamos ante los ojos de la mente el icono de María Madre que va con el Niño Jesús en brazos. Lo lleva al Templo, lo lleva al pueblo, lo lleva a encontrarse con su pueblo». «María que entra en el templo con el Niño en brazos. La Virgen es la que va caminando, pero su Hijo va delante de ella. Ella lo lleva, pero es Él quien la lleva a Ella por ese camino de Dios, que viene a nosotros para que nosotros podamos ir a Él».

Jesús ha venido al mundo a través de la Virgen, y en la escena de la presentación la Virgen y Jesús van hasta Dios. Son recorridos que enseñan a los religiosos. «Jesús ha recorrido nuestro mismo camino para mostrarnos el camino nuevo, es decir el «camino nuevo y vivo» (cf. Hb 10,20) que es Él mismo. Y para nosotros, los consagrados, este es el único camino concreto y sin alternativas, debemos recorrerlo con alegría y esperanza».

El Pontífice resaltó la obediencia de Jesús a la ley de Dios, manifestada en la Presentación en el Templo. Obediencia que significa humildad y que debe ser divisa del religioso: «Quien sigue a Jesús se pone en el camino de la obediencia, imitando de alguna manera la «condescendencia» del Señor, abajándose y haciendo suya la voluntad del Padre, incluso hasta la negación y la humillación de sí mismo (cf. Flp 2,7-8)». Es un «abajarse haciéndose siervo para servir».

Es por medio del servicio humilde, tras los pasos de Jesús, que se alcanza la «Sabiduría, que no es una actitud abstracta sino obra y don del Espíritu Santo, y un signo evidente de esta sabiduría es la alegría. Si, la alegría evangélica del religioso es consecuencia del camino de abajamiento con Jesús … Y, cuando estamos tristes, cuando nos quejamos, nos hará bien preguntarnos como estamos viviendo esta dimensión kenotika», expresó el Pontífice.

Ese es el camino que habían recorrido los dos ancianos presentes en la Presentación, Ana y Simeón, «personas dóciles al Espíritu Santo (se le nombra 3 veces), guiadas por Él, animadas por Él. El Señor les concedió la sabiduría tras un largo camino de obediencia a su ley, obediencia que, de una parte, humilla y niega a sí mismo, pero, de otra parte, la obediencia enciende y custodia la esperanza, haciéndola creativa, porque estaban llenos de Espíritu Santo».

El Papa afirma que también Simeón toma al Niño entre sus brazos, «pero, en realidad, es el Niño quien lo agarra y lo guía. La liturgia de las primeras Vísperas de la Fiesta de hoy lo expresa clara y concisamente: «Senex puerum portabat, puer autem senem regebat». Tanto María, joven madre, como Simeón, anciano «abuelo», llevan al Niño en brazos, pero es el mismo Niño quien los guía a ellos».

Finalmente a los religiosos el Pontífice invitó a la obediencia, a la obediencia al fundador, a la docilidad y obediencia a una regla de vida, y a la maduración de la sabiduría personal y comunitaria.

Con información de Radio Vaticano

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