Las Vegas (Jueves, 05-02-2015, Gaudium Press) «Cuando por primera vez me reuní con él [el Papa Francisco], y le dije que era de Las Vegas, se rió»: Es lo que declara Mons. Joseph Pepe, obispo de una de las diócesis de mayor crecimiento en el mundo, la de Las Vegas, en los EE.UU.
Es claro que la sonrisa del Papa de debió a que Las Vegas es reconocida globalmente no propiamente por su piedad. Entretanto, esta diócesis de 19 años de fundada tiene hoy que enfrentar el desafío de iglesias abarrotadas y escuelas que no pueden atender todos los pedidos de ingreso, provenientes de los cerca de 700.000 católicos que viven en las 40.000 millas cuadradas que cubre la jurisdicción.
En las grandes ciudades americanas, una parroquia puede servir a entre 500 y 5.000 parroquianos. En Las Vegas, declara Mons. Pepe, la mayoría de las 38 parroquias tienen entre 7.000 y 8.000 familias registradas, y hay una, como la parroquia Santa Elizabeth Ann Seton, que tiene registradas a más de 11.000. El crecimiento se hace patente cuando se afirma que en los últimos 13 años, tiempo de gobierno de Mons. Pepe, se han abierto 7 nuevas parroquias.
Y familias registradas no significa total de feligreses, pues se calcula que por cada familia registrada, hay dos, también católicas, que no lo están.
Para el 2016, la diócesis tiene proyectadas tres nuevas iglesias que aliviarán un poco a las parroquias vecinas: la de San Antonio de Padua, la de San Francisco de Asís y la del Espíritu Santo. Entretanto, la quiebra de la ‘burbuja inmobiliaria’ en el 2008 afectó un tanto la recaudación de la diócesis, por lo que hay que hacer ingentes esfuerzos para estas construcciones, aunque los signos de recuperación de la economía permiten mejores augurios.
De hecho, el cálculo que tiene la diócesis es que una nueva iglesia puede costar entre 19 y 20 millones de dólares, y un centro parroquial cerca de los 3 millones. Estos elevados costos se deben a lo elevado de todos los factores de construcción propiciado por la vida propia de turismo y juego de la ciudad.
Juego. Se calcula que 40 millones de turistas visitan Las Vegas anualmente. A los católicos de entre ellos el P. Richard Philiposki -párroco de Santa Juan de Arco, la primera parroquia de la ciudad- recomienda que antes de regresar a casa «sus pecados tienen que quedarse en Las Vegas». De hecho su parroquia da ejemplo, pues además de la misa diaria, todos los días allí se atiende en confesión.
Aunque muchas de las personas que van a Las Vegas no lo hacen por el juego, sí es cierto que uno de los principales ministerios de la Iglesia en la ciudad tiene que ver con alcoholismo y adicción. «Los sacerdotes pueden aconsejarlos, rezar con ellos y ofrecerles la reconciliación», dice Mons. Pepe, «pero también los ayudan a encontrar grupos que se especializan en superar sus adicciones». En Las Vegas existen más de 80 grupos de Jugadores anónimos se reúnen semalmente, más que en cualquier otra ciudad del país.
No obstante la feligresía estable de la Iglesia en las Vegas en constituida mayoritariamente por personas que allí inmigraron en búsqueda de trabajo. Muchos de ellos son inmigrantes hispanos, por lo que el segundo idioma que más se habla es el español.
Con información de National Catholic Register.
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