San Pablo (Viernes, 06-02-2015, Gaudium Press) El Cardenal Arzobispo de San Pablo, Mons. Odilo Pedro Scherer, destacó en su último artículo la Fiesta de la Presentación del Señor, celebrada el pasado domingo, 2 de febrero. Según él, existen múltiples significados que contemplan esa celebración.
«María y José, cumpliendo la Ley de Moisés y llevando al templo al niño Jesús, para presentarlo a Dios, revelan la profunda religiosidad que los animaba, como ocurría con las demás familias temerosas a Dios», dijo.
El Cardenal Scherer contó que cuando adulto, Jesús «tendría la misión de celar para que la fidelidad al Dios de la Alianza no se extinguiese en medio de los hermanos», pues «la vida de la familia era centrada en la Fe y la confianza en el Dios de la Alianza y de la Promesa».
Después, el purpurado remite ese trecho del Evangelio a los días actuales. «¡Cuánta cosa bonita, siempre válida para las familias de nuestros días también! La iniciación a la vivencia de la Fe comienza en la infancia y envuelve la vida entera».
El Arzobispo resalta que «la Fe es personal, pero no ‘privada'», pues «envuelve la vida comunitaria y las relaciones sociales».
Volviendo a hablar de la Fiesta de la Presentación del Señor, observa que en la tradición religiosa popular, la ceremonia quedó muy relacionada con el simbolismo de la luz, así como decía el viejo Simeón: «Luz para iluminar las naciones». «En su predicación pública, Jesús invita a seguirlo, es él la luz del mundo: ‘Quien me sigue, no anda en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’ (Jn 8,12); y quien está en comunión con él, también refleja esa misma luz: ‘Vosotros sois la luz del mundo; brille vuestra luz delante de los hombres…’ (Mt 5,14-16).»
«Todo cristiano, discípulo de Jesucristo por el bautismo, también es ‘discípulo de la luz’ y llamado a ser ‘luz del mundo’ y testigo del reino de Dios. La luz no debe ser escondida, sino colocada en lo alto, para que brille a todos los que entran en la casa (Mt 5,15-16)», exhorta.
Sobre los consagrados en la Vida Religiosa, Mons. Odilo refuerza que ellos «tienen la misión de irradiar la luz de Cristo en la Iglesia y en el mundo; viviendo el carisma del Evangelio que les es propio», una vez que «son llamados a mostrar la vocación alta de todos a la vida y la salvación, ofrecidas por Dios en Jesucristo».
«El reino de Dios es el valor mayor de esta vida y debe orientar, como gran luz, todo lo que decidimos y hacemos», afirma.
El Cardenal concluye su artículo diciendo: «el Papa Francisco llamó a la entera comunidad eclesial a vivir el Año de la Vida Religiosa Consagrada, como ocasión propicia para redescubrir el significado y la importancia de la consagración religiosa para la vida y la misión de la Iglesia». (LMI)
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