Redacción (Lunes, 16-02-2015, Gaudium Press) Lima tiene el parque de aguas más grande del mundo. Pudimos visitar éste precioso parque que es una obra de la Alcaldía y que atiende los deseos de maravilloso que hay en el fondo de toda alma humana.
Todos fuimos creados por Dios con esa matriz de la verdad, de la belleza y del bien, que son los trascendentales, y cuando el alma ve algo bello se enciende, porque fue hecha para asombrarse, admirar la belleza, que es un atributo del propio Dios.
Eso pudimos constatar con ésta bella visita, ya que cientos y miles de personas de todos los niveles sociales, pero especialmente populares, se encantaban viendo las 16 fuentes que han sido magníficamente armadas a lo largo de todo el parque, con el apoyo de técnicos franceses. En varios lugares hay unas glorietas magníficas que decoran y nos hacen sentir aires ‘apalaciados’ de otras épocas, y escapar de los ambientes ordinarios de las grandes ciudades.
Unas más pequeñas, otras con chorros inmensos que se proyectan hacia arriba y bailan al sonido de música clásica, con una fuerza y gracia únicas, con iluminación de colores que van variando los tonos.
Cuántos niños, cuántas familias que se encantaban con un espectáculo inocente, fresco, y alegre. En algunas de las fuentes que con el agua formaban túneles la gente iba adentro, sin mojarse, para deleitarse con especiales sensaciones.
Pasamos dos horas y recobramos el niño que todos tenemos en nuestro interior. Felicitamos a la Municipalidad de Lima por tan acertada iniciativa, que está al alcance de cualquier persona, ya que la entrada vale un poco más de un dólar por persona.
Como extranjero y recién llegado a Lima sostengo que esto es un referente de la cultura y civilización de éste gran país, cuya misión es creemos llegar a ser algo así como la «Francia de América», con superioridades que ya manifiestan su comida, su arte colonial, la imponente y aristocrática Plaza de Armas.
Por Gustavo Ponce
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